La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los jabalíes invaden las joyas del Prerrománico de Oviedo: los destrozos de los suidos rodean San Miguel de Lillo

“Recuperan lo que es suyo”, dicen los paseantes del Naranco tras encontrarse el césped levantado

Aspecto que presentaba ayer el entorno de San Miguel de Lillo, a causa de la acción de los jabalíes. | Miki López

A falta de grandes multitudes de turistas por las restricciones sanitarias, el entorno de los Monumentos del Naranco es, sobre todo, lugar de afluencia de deportistas y paseantes de domingo a quienes se suman visitantes nocturnos que causan daños en el entorno.

Si bien la presencia del jabalí en el totémico monte no es una novedad, desde hace algunos días los paseantes se están encontrando con que estos se están cebando especialmente con las zonas verdes que rodean San Miguel de Lillo.

La acción de los suidos es cada vez más patente en esta joya del Prerrománico, mientras que en las inmediaciones de Santa María del Naranco también puede verse algún signo de la acción de estos animales silvestres. La situación no parece preocupar a los paseantes, partidarios de respetar la actividad natural del principal pulmón verde de la ciudad. “Solo están recuperando lo que es suyo”, apunta Ignacio Madariaga durante una parada para tomar fotos a los monumentos, en plena ascensión hacia la cima del Naranco.

Algunos muestran cierta preocupación por la imagen que pudiera dar el aspecto actual de las zonas verdes para los visitantes a dos de los máximos exponentes de la arquitectura prerrománica asturiana, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1985, si bien confían en que la zona sea adecentada en cuanto se pueda recuperar la actividad turística. “Si no regenera por sí solo seguro que el alcalde Canteli manda rápidamente a algún operario a adecentarlo”, indica Paco García, caminante incondicional del Naranco, que ayer se desplazó hasta el monte para dar un paseo.

Otra minoría, sin embargo, muestra cierta preocupación por la presencia de unos ejemplares que, según señalan, se dejan ver incluso por el día. “Alguna vez vi alguno de lejos cuando empezaba a anochecer y por ello ahora suelo venir a caminar por las mañanas o a primera hora de la tarde”, confesó la vecina de Vallobín Merche González, que califica a este tipo de animales como “una plaga que habría que controlar más”.

Compartir el artículo

stats