Tudela Veguín llora desde ayer la muerte de Arturo Valdés Tamargo, “una persona muy querida” que trabajó como soldador durante cincuenta años en la fábrica de cementos de la localidad. Quienes lo conocían coinciden a la hora de señalar que el fallecido “era la alegría del pueblo” y que tenía “mucho carisma”. Arturo Valdés Tamargo, “de los de Tudela Veguín de toda la vida”, murió a los 82 años dejando una esposa, cinco hijos, ocho nietos y cinco bisnietos, todos ellos muy vinculados al pueblo. “Nunca fue de ninguna asociación vecinal, ni aspiró a ser concejal o alcalde. Era una persona totalmente normal que se llevaba muy bien con todo el mundo y que siempre estaba pendiente de su familia. Le gustaba mucho cantar y caminar por todos los pueblos de la zona”, explica su nieta María Jesús Valdés.

Arturo Valdés Tamargo también era muy querido en la fábrica en la que se pasó más de medio siglo trabajando. De hecho, el día que se retiró sus compañeros le dedicaron un emotivo homenaje. “Doblaba turnos en la fábrica de cemento y después se iba a trabajar a la mina para que a sus cinco hijos no les faltase de nada. Era duro como un roble. Iba en mangas de camisa aunque estuviese nevando y nunca estuvo malo en su vida hasta hace poco menos de un mes”, añade María Jesús Valdés. “Era ejemplar en todos los sentidos y nos ha dejado muchos buenos consejos”, añade.

El funeral por el eterno descanso de Arturo Valdés Tamargo se celebrará hoy, a las cinco de la tarde, en la iglesia parroquial de San Julian de Box.