Llegaron caminando despacio, pero no llegaron tarde. A las cinco y media, una hora antes de lo que se les había convocado, ya rondaban frente al Campoamor algunos de los usuarios de las residencias de ancianos. Un rondar ansioso tras muchos meses de sequía cultural. Carmen María Escobari era de esas, de las primeras. Se les había dicho que llegasen pronto a la cita organizada para ellos desde la Fundación Municipal de Cultura, en la que se les invitaba a un ensayo de la zarzuela y Escobari no pensaba aparecer tarde. “Esto es una maravilla, que podamos volver a la zarzuela”, celebraba. Confiesa que los cinco meses de encierro en su residencia, los Apartamentos Covadonga, los pasó anhelando “justo esto”, volver a los conciertos, regresar a los teatros. Como ellos, llegaron al ensayo de “Agua, azucarillos y aguardiente” y “Revoltosa ‘69” cincuenta espectadores. Usuarios de las residencias, pero también trabajadores.

José Luis Costillas, presidente de la Fundación Municipal de Cultura, explicaba que se trataba de una manera de “hacer un homenaje” a uno de los colectivos que quedaban por premiar desde que comenzó la pandemia. Quizás el que peor lo haya pasado. No fue solo la crisis o la enfermedad, también la soledad y la desconexión de la sociedad tras los muros de la residencia. Ahora, con la segunda dosis en el brazo, pueden reincorporarse. Y, este, explicaban los organizadores del evento, puede ser el primer paso. Uno que, desde la Fundación, quieren repetir en próximos ensayos. Y, especialmente, en la zarzuela, un género al que están “especialmente vinculados”, explicaba Costillas.

Poco a poco, acompañados de andadores y muletas, y asistidos por los trabajadores de sus residencias, los ancianos fueron tomando sus asientos en el Campoamor hasta que se apagaron las luces. En principio, eran más los que iban a acudir, pero el tiempo no acompañó y hubo bajas de última hora. A la entrada del teatro, muchos de los residentes contaban su experiencia durante la pandemia. Amparo García, de 87 años y usuaria de la residencia Santa Teresa, quiso aprovechar para mostrar su satisfacción por el trato “exquisito” que se le brinda en la instalación. Antes de subir los escalones que le llevarían hasta el patio de butacas, relataba que la zarzuela es un género que le gusta pero al que no había podido acudir tanto como le gustaría, porque dice ser una mujer “muy ocupada”. La celebración por la iniciativa cultural era unánime.

Miguel González, que dijo haber acudido al Campoamor a ver las funciones de zarzuela siempre que se lo permitió el bolsillo, comentaba que “no esperaba menos” del Consistorio y el teatro en el trato a sus mayores. Aunque, para él, el espectáculo de ayer fue un aperitivo de las cosas que tiene pendientes desde que comenzó la pandemia. Lo que más le importa es, sencillamente, viajar a Zaragoza para poder “abrazar a su bisnieto”.

Al ensayo de la zarzuela se acercaron usuarios de las residencias Santa Teresa, Naranco, los apartamentos Covadonga y El Cristo. Ana Suárez Guerra, gerente de Establecimientos Residenciales para Ancianos (ERA), también estuvo ayer en el Campoamor. Suárez Guerra también quiso celebrar una iniciativa que, considera, abre el camino para que los ancianos y, especialmente, aquellos internos en los establecimientos residenciales, se abran camino hacia la “normalidad nueva”. Tras la inmunización, explicó la gerente, los usuarios podrán volver a compartir actividades con la comunidad. Ahora, ya solo queda repetir.