“Tenemos que recuperar nuestras óperas, y no porque sean nuestras: porque son buenas”. Con este llamamiento abrió ayer Emilio Casares, el gran referente de la musicología española y el fundador de la pujante escuela ovetense, su conferencia “La búsqueda de una ópera hispana: 200 años de lucha”, en un salón de actos del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) lleno hasta donde permiten las restricciones sanitarias. Una ponencia enmarcada en el ciclo “Patrimonio lírico hispano, ayer y hoy” en la que Casares ofreció un minucioso recorrido por la historia de la ópera en España desde finales del siglo XVIII hasta el siglo XX.

“Tenemos bastantes obras mejores que ‘Los pescadores de perlas’, que por cierto es una ópera preciosa”, señaló Casares, antes de aclarar que la alusión no iba con segundas. Porque la ópera de Bizet fue precisamente la que cerró la última temporada de Ópera de Oviedo, cuyo presidente, Juan Carlos Rodríguez-Ovejero, era uno de los asistentes a la conferencia. Casares, de hecho, animó en varias ocasiones a Rodríguez-Ovejero a incluir títulos españoles en futuras temporadas, antes de echar un capote a la Ópera de Oviedo ante el escaso apoyo presupuestario que recibe por parte de las administraciones. “Creo que no se puede repartir así el dinero, le guste o no a la consejera”, precisó tras la charla Casares, en conversación con LA NUEVA ESPAÑA, aludiendo a la escasa cuantía de las ayudas que la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo que encabeza Berta Piñán otorga a la Ópera de Oviedo. “No es una cantidad proporcional a lo que supone para la ciudad y para la región esta temporada histórica de Oviedo, porque desde el siglo XIX se lleva haciendo ópera aquí de forma prácticamente continua, salvo en los años de la Guerra Civil. Es una temporada histórica, casi se puede decir que más que ninguna en España”, añadió Casares.

Más allá de este inciso que fue la reivindicación propia de la Ópera de Oviedo, Casares trazó una historia del género en España que sorprendió a los presentes al mostrar el vigor y el éxito que alcanzó en varios momentos del siglo XIX. El musicólogo comenzó su recorrido en 1787, cuando Carlos IV reactivó la vida operística en Madrid. A partir de ese momento, explicó, se comenzaron a estrenar óperas de manera continua tanto en la capital como en Barcelona, produciéndose un apogeo de la lírica italiana.

Emilio Casares –que en la ponencia sintetizó los dos primeros tomos de su obra magna “La ópera en España. Procesos de recepción y modelos de creación”, y avanzó algunos detalles del tercero, aún inédito– explicó que en estos doce últimos años del siglo XVIII se estrenaron, entre Madrid y Barcelona, 149 óperas de 46 autores, y surgieron algunas figuras nacionales como Vicente Martín y Soler. Pero este florecimiento sufrió una fractura en 1800, cuando se prohibió cantar en italiano y se abrió la puerta a la lírica francesa. Esto propició el asentamiento de la “ópera-comique”, lo que a su vez anticipó el nacimiento de la zarzuela.

De los primeros años del siglo XIX, Casares destacó una figura fundamental: Manuel del Pópulo García. Este sevillano, un tenor mítico que era el preferido de Gioacchino Rossini, fue además un compositor superdotado que llegó a escribir cerca de medio centenar de óperas. En concreto, Casares detalló que tiene 19 en español, otras 19 en italiano, y 8 en francés. El musicólogo incluso puso fragmentos de dos, “Il Califfo di Bagdad” (1813) y “La mort du Tasse” (1821) en las que se aprecia su evolución desde un estilo italianizante a uno más conectado a la sensibilidad francesa e influenciado por Beethoven.

Casares se centró acto seguido en el período 1815-1839, al que definió como “el más vergonzosamente olvidado” de la historia de la lírica española. En esos años, explicó el musicólogo, fue cuando realmente se construyó la gran afición a la ópera en España, que alcanzó a todo el territorio nacional y que aún perdura. También surgieron talentos como Ramón Carnicer, Baltasar Saldoni, Tomás Genovés o José Melchor Gomis, que hubo de exiliarse en París ante el retorno de Fernando VII tras el trienio liberal.

Tras ese período llegaría una nueva crisis, que se agravó con la inauguración en 1850 del Teatro Real, que durante más de dos décadas no estrenó ni una sola ópera española. “Fue dramático para la creación española. Si lo hubieran quemado el mismo año, habría sido mejor”, afirmó Casares, despertando las carcajadas del público.

Como un prodigioso director de orquesta, Casares guió al auditorio en una animada conferencia, plena de anécdotas y en la que afeó la incultura de la clase política. “Solo en dos momentos de nuestra historia, la primera y la segunda repúblicas, hubo una clase política de acuerdo no ya con la música, sino con la cultura”, señaló. Y dio un sugestivo ejemplo: “El que sería presidente de la Primera República, Emilio Castelar, es autor de la primera biografía que se hizo de Rossini. No me imagino a Pedro Sánchez haciendo la de Halffter”.