Solo la nocturnidad –sucedió en la madrugada del viernes al sábado– evitó que la desgracia fuera aún mayor. El derrumbe de un alero que soportaba una nueva techumbre en un sector del cementerio de Santa María de Limanes se llevó por delante diez nichos, dejó ataúdes por el suelo, el pavimento levantado y grandes grietas en el exterior que obligarán a desmontar todo un sector del camposanto.
En total, explicaban ayer los vecinos, serán cien los nichos que haya que retirar, para proceder a demoler esta zona y reconstruir esas baterías.
De momento, tras la visita, ayer, de técnicos del Arzobispado, los vecinos saben que se comenzará con la retirada de los escombros y la identificación de los restos mortales. Serán depositados en el interior de la iglesia, que permanecerá cerrada durante todo este tiempo. También se custodiarán allí los noventa restos mortales restantes ubicados en los nichos que habrá que demoler. No todos, pues aquellos vecinos que fallecieron en los últimos diez años serán incinerados por motivos higiénicos. El resto también se alojarán en el interior de la iglesia a la espera de que les devuelvan su lugar en los muros del cementerio.
Según el relato de varios testigos, el accidente llega después de unas obras en las que se procedió a reformar el tejado. Al poner más teja, el alerón habría cedido, pero una inspección sobre el terreno identificó otras grietas, anteriores, que hacen sospechar a defectos previos y que han llevado a tomar la decisión de demoler todo ese sector del cementerio de Limanes. El suceso ha causado una profunda conmoción entre los vecinos de la localidad.
