“Es un error someter a clases de educación sexual a niños de 10 o 12 años que no lo solicitan porque los estamos forzando a definirse”. El psiquiatra y profesor de la Universidad de Oviedo Manuel Bousoño protagonizó ayer en el Colegio de Médicos una conferencia titulada “Concepto de la transexualidad”, a través de la cual quiso desmontar las peticiones de los colectivos LGTBI para que la futura ley de Igualdad permita a los menores cambiarse de sexo incluso en contra del deseo de sus padres. “Eso es una aberración”, aseguró el ponente durante su intervención.

Bousoño desgranó mediante diapositivas las estadísticas recogidas en distintos estudios científicos, según las cuales el tratamiento de cambio de sexo a una edad temprana puede resultar contraproducente. “Casi el 90% de los menores con disforia de género (personas cuya discordancia entre la identidad de género y el sexo biológico les genera algún malestar) dejan atrás el problema cuando superan la adolescencia”, apuntó apoyándose en un estudio realizado entre 139 chicos que a los siete años decían tener disforia de género y, tras seguir sus casos, la misma solo persistía en un 12,2%.

De todos modos, el especialista alerta de un incremento exponencial del número de chicos y chicas que a edades tempranas acuden a las Islas Británicas a fin de someterse a tratamientos para cambiarse de sexo, en algunos casos hormonándose y en otros, menos numerosos, recurriendo a cirugías. “Hay padres que están mandando a niños a estos centros antes de la pubertad”, indicó, sosteniendo que estos tratamientos precoces encaminan e incluso aceleran la definición de género de los jóvenes. “Para este tipo de tratamientos habría que esperar al menos hasta los 18 años, a ser adultos”, defendió el facultativo y profesor universitario, que puso algunos ejemplos de pacientes suyos que dejaron atrás sus deseos de cambiar de sexo, así como el de otra chica que se arrepintió de haberse operado solo tres años después de dar el paso.

“La vida de la mitad de los transgénero que salen del armario cambia a peor”, dice el facultativo

Por otro lado, Bousoño alertó de los riesgos que entraña este tipo de tratamientos para la salud de los pacientes. “En algunos casos tienen contraindicaciones peores que las que estamos conociendo de las vacunas, pero mucha gente no lo sabe”, dijo sobre, por ejemplo, los tratamientos de hormonas, frente a los cuales defendió la necesidad de informarse profundamente antes de enfrentarse a los mismos.

Del mismo modo, se mostró crítico con “la imposición del ‘lobby’ de los colectivos LGTBI de Estados Unidos” de desterrar el término “trastorno” a la hora de hablar de cuestiones relativas a la salud de los transgénero. “Un paciente con cualquier patología sufre trastornos y no pasa nada por llamarlo así”, puntualizó, remitiéndose a las estadísticas que revelan una mayor incidencia de suicidios y problemas psiquiátricos como depresiones entre las personas con esta condición.

A su juicio existe una falsa imagen sobre las consecuencias que suele tener para el transgénero hacer pública su condición. “Salir del armario no es bueno para su salud mental”, reivindicó respaldándose en las cifras que apuntan a que el 47% de los que dan el paso empeora su situación, frente al 12,6% que la ven mejorada.

La ponencia, organizada por Fundeso (Fundación para el Desarrollo de la Oncología, de la Ética, de la Bioética y de las Humanidades) y con la colaboración de Efyge (Estudios de Familia y Género), fue presentada por el presidente de Fundeso, Ángel Jiménez Lacave, quien aprovechó el turno de preguntas para mostrar su preocupación por el hecho de que los niños asturianos tengan clases de educación sexual. “Es una muestra de la deconstrucción de la cultura que muchos desconocemos”, sostuvo el afamado oncólogo.