Buena mesa y turismo seguro frente al virus. Oviedo ya aparece lleno de visitantes con los primeros rayos de un julio perezoso a la hora de subir la temperatura. “Vinimos a Asturias para no tener complicaciones por la pandemia”. Pedro Meseguer viaja con toda su familia en un grupo que suma diez integrantes y que eligió Oviedo frente a la opción del extranjero para eludir papeleos y contratiempos pandémicos. La buena mesa –el cachopo y la sidra son los reyes– también ayuda, y que el sol haya tardado en aparecer no es un problema para el turista nacional cuando el sol aprieta en otras partes de España: “Venimos de Alicante, este tiempo es estupendo para descansar del calor asfixiante”, cuenta Ana Meseguer.
El casco antiguo ovetense presentaba ayer un aspecto esperanzador, a la espera de que la afluencia de turistas crezca aún más hacia el fin de semana. “Es la segunda vez que vengo y he vuelto para disfrutar la ciudad de nuevo”, explica Asun Salaverri, una pamplonesa que se había adentrado en el Edificio Histórico de la Universidad.
Las cifras de la pandemia también hacen de efecto llamada para los visitantes, la mayoría nacionales y con frecuencia familias. “Queremos que nuestros hijos conozcan más entornos verdes, es esencial”, explica la malagueña Isabel Nieto, que vieja con su marido Álvaro Parra y con sus pequeños, Álvaro y Cayetana.
La plaza de Alfonso II el Casto, ante la Catedral, estaba ayer muy concurrida, pero los lugares colindantes no se quedaban atrás, así que la Corrada del Obispo, la Universidad y todo el antiguo en general eran un hervidero de gente ayer a mediodía.
Y, como no, a la hora de reponer fuerzas manda la calle Gascona, el Bulevar de la Sidra. “Se come muy bien”, reconocían unánimemente los turistas consultados que rondaban las terrazas de las sidrerías en busca de la mejor elección. “La sidra de Asturias es una maravilla”, sentenció Inés Vidal, una valenciana conquistada por la ciudad de Oviedo y por la bebida regional.