Jean Laurent fue uno de los grandes pioneros de la fotografía en España. Asentado en el país desde al menos 1844, el francés abrió en 1856 un establecimiento en la madrileña Carrera de San Jerónimo, y su creciente prestigio como retratista llevó a la reina Isabel II a nombrarle fotógrafo de cámara apenas cuatro años después. Su catálogo, fundamental, incluye retratos de las personalidades más destacadas de la época, pero también vistas de monumentos y escenas populares. Un magnífico legado que ahora está disponible para su consulta online, tras una digitalización promovida por el Museo del Romanticismo y financiada por el Ministerio de Cultura y Deporte, y en el que aparecen diversas fotografías, algunas desconocidas, de Oviedo y Asturias.
La iniciativa ministerial ha propiciado el acceso a un catálogo con más de 6.300 imágenes, algunas de ellas inéditas, procedentes de doce museos. El catálogo se divide en cinco grandes apartados: Retrato, en el que se incluyen fotografías de algunas de las personalidades más destacadas de la época; Tipos populares, con trabajos del estudio de Laurent basados en la representación de distintas localidades o regiones a través de sus gentes; Imagen de España, donde se aúnan las imágenes de las distintas regiones, las vistas de ciudades, monumentos y obras de ingeniería; Bellas Artes, Artes Decorativas y Arqueología, en la que se reúnen fotografías de bienes culturales; y un último apartado denominado Varia, con temáticas que la casa Laurent trabajó para eventos como las Exposiciones nacionales.
Dentro de este catálogo, las fotografías tomadas por Laurent en Asturias son escasas pero significativas, y Oviedo tiene un protagonismo singular. La ciudad centra una gran fotografía general, tomada desde el sur, en la que descuellan la torre de la Catedral de Oviedo y, a la izquierda, San Isidoro. Dentro del fondo de Laurent, tienen especial importancia las instantáneas de la Catedral de Oviedo. Hay dos que resultan muy significativas. La primera es una fotografía general de la nave central, en la que se ve el coro cerrado, antes de su desmantelación en 1902 por orden del obispo Ramón Martínez Vigil. En el frente del coro se aprecia su puerta decorada (hoy en el acceso a la escalera de la Cámara Santa), las imágenes de San Pedro y San Pablo y el retablo de la Virgen de la Luz (hoy instaladas en la Capilla del Rey Casto) y los órganos barrocos, que se perdieron tras la reforma del templo.
La otra es una fotografía de la Cámara Santa, enlucida, varias décadas antes de su destrucción durante los sucesos revolucionarios de octubre de 1934. Como la vista general de la ciudad, estas imágenes se conservan en el Museo Nacional del Romanticismo. Dentro de la Cámara Santa, Laurent también tomó imágenes de la Cruz de los Ángeles y de la Cruz de la Victoria, que identifica como “La croix de Pèlayo” y de la que fotografía anverso y reverso.
No está claro cuándo se tomaron las fotografías de Oviedo, ni si Laurent las capturó en un único viaje. Su actividad se desarrolló desde 1856 y 1886, año en el que fallece en Madrid.
En el fondo que acaba de ser volcado en internet, figuran además fotografías de obras públicas de la región, como el puente de Porto, que une aún hoy Ribadeo y Vegadeo, y hasta la reproducción de un cuadro de José Uría y Uría, que identifica como “Baile campestre en Asturias”. En total, el archivo contiene una docena de fotografías de Asturias, de las cuales ocho son de Oviedo, Aunque más que el número destaca su calidad y su valor testimonial e histórico.
Aún siendo relevantes, estas fotografías de Laurent no son todas las que el fotógrafo francés tomó en tierras asturianas. Hace apenas unos meses, con motivo de la exposición “La ciudad despierta. Oviedo / Uviéu en la colección fotográfica del Muséu del Pueblu d’Asturies”, que se presentó en la sala de exposiciones SabadellHerrero, se pudieron contemplar algunas fotos reveladoras del propio Laurent. Entre ellas, destacaban algunas como la que sacó al edificio prerrománico de Santa María del Naranco, o su instantánea al emblemático Carbayón, el roble talado en 1879 porque obstaculizaba la circulación en la calle Uría. Son los pequeños retazos de la historia de la ciudad capturados por el buen ojo de un pionero de la fotografía que han llegado hasta nuestros días gracias a la labor de investigadores, coleccionistas y museos.
