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Jorge Javier Vázquez arrasa en Oviedo con su espectáculo teatral lleno de autoficción y guiños a su público

El Filarmónica ovaciona la primera noche del popular presentador con su “Desmontando a Séneca”

Jorge Javier Vázquez, ayer, al inicio de su segunda función en el Filarmónica. | Irma Collín

Jorge Javier Vázquez salió ovacionado de su primera noche en el teatro Filarmónica de Oviedo (hoy repite con otras dos funciones) con “Desmontando a Séneca”, una charla sobre el clásico cordobés que el presentador de televisión acaba convirtiendo en un cabaret con tintes literarios y filosóficos y a la que el público acude a verle a él y a escucharle a hablar de sí mismo.

Así se demostró desde el primer minuto, con el público en el bolsillo nada más empezar la función, ovacionando a Jorge Javier Vázquez en su primera aparición en el escenario.

En el auditorio hubo una presencia mayoritariamente femenina, las espectadoras de sus programas, y el presentador, aunque hable de su vida, logra también trasladar a ese público que quizá no fuera el idóneo para acercarse al pensamiento del filósofo cordobés, ciertas nociones sobre Séneca.

En la obra, con dramaturgia y dirección de Juan Carlos Rubio, cabe además la autoficción, que es la base del espectáculo, y es también esa verdad sobre el propio presentador lo que hace que funcione y lo que el público, al final, espera. Así, Vázquez habla sobre su ictus, sobre el parón al que se vio obligado, sobre el sentido de la vida y sobre el tratado de Séneca, “De la brevedad de la vida”.

El diálogo con el filósofo cordobés lo plantea como si fuera casi un ring de boxeo, recitando fragmentos de la obra del clásico y oponiendo sus propias teorías, salpicado con chistes, humor y mucha interacción con el público que le aplaude todas las ocurrencias. Ayuda a mantener la obra, con un ritmo que no da ninguna tregua, un apoyo de audiovisuales muy bien resueltos, en ocasiones rompedores y con imaginería muy moderna.

Hubo también cambio de escenario, para ponerse toga con bata de cola, diseñada por Palomo Spain, que le permitió jugar en el escenario a bailar y soltarse con unos tanguillos. El espectáculo viajó así sin interrupción de ovación en ovación, salpicado también de referencias literarias (de Cavafis a Gil de Biedma) y con algunas referencias locales que el público agradeció, como cuando se puso una botella de Central Lechera en la cabeza para contar una fábula de Esopo.

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