La de ayer en Oviedo fue una noche de verbena. Una jornada más de música entre las butacas del Auditorio, pero no una noche cualquiera. “Staytons” y “Alberto & García” son de esos grupos que son profetas en su tierra. Asturias y, en concreto, Oviedo los ha visto en salas, en concursos de rock, en auditorios y al aire libre, pero nadie se cansa de verlos. Cuando los de Villaviciosa tocaron “Ciudad habitual” hicieron la referencia. No hay sitio donde la canción encaje mejor que en la capital asturiana, aunque haya lugares más propicios para un concierto que el patio de butacas de ayer.

Juanvi Stroup, cantante de los “Staytons”, se contonea como un trasunto de Bowie. De tirantes y al teclado o el micrófono lo da todo. Quien estuvo, pagó la entrada, y él se dejó la piel sobre las tablas. Un intercambio justo. “Pasos de Baile” –que tiene producción de Igor Paskual, uno de los que queda por llegar a San Mateo– fue el punto álgido de su concierto. Los “Staytons”, teloneros ayer de sus compañeros de sello, actúan como si estuviesen en el Royal Albert Hall y no a unos minutos de sus casas.

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Stroup llegó a saltar del escenario, corretear entre las butacas, levantar la pierna hasta un reposabrazos, dejarse querer por el público. Su bajista tiene vocación de “showman” y la trompeta es un espectáculo. No en vano han convertido a un exsenador en algo parecido a un “groupie”. El teniente de alcalde Mario Arias, entre el público, llevaba una camiseta de la banda.

La de ayer fue una noche de verbena, pero también de vientos. El sustituto al metal en el segundo concierto fue Manu García. El saxofón de los de Alberto se come el escenario. Con el grupo ovetense ocurre un fenómeno curioso, son siete sobre las tablas y, desde el público se pueden ver siete conciertos. Se pueden seguir las baquetas voladoras y malabaristas de Diego Reyes, la afanosa tarea de Víctor Gil con los pedales y la guitarra, que toca con los pies en el mejor sentido de la expresión, o los bailes del propio saxofonista.

“Alberto & García” son los reyes de su selva, con la que adornan el escenario que después convierten en fiesta. El grupo asturiano más en forma del momento no defraudó. En el patio de butacas, gente de todas las edades, pero con un nexo en común. Todos coreaban tras los lienzos de las mascarillas, todos se mecían con los ritmos de los ovetenses, que pedían convertir un lunes de lluvia en todo un viernes. Con lo difícil que es perder la compostura en un asiento, de las palmas hubo quien pasó a bailar con el tronco e, incluso, con los brazos en alto. Pese a lo “incierto” que hoy día tienen los conciertos, como apuntó el cantante de “Staytons”, si todos fuesen como el de “Alberto & García” de ayer no los para otro confinamiento.

En un escenario pensado para la clásica, en cuanto a espacios y acústica, hay quien es capaz de triunfar. A veces hay quien puede ser un héroe en su ciudad habitual, como cantan los de Villaviciosa. La jornada de ayer se alargó más de la cuenta. Dos grupos, cambio de instrumentos, las propinas de unos y otros... Pero eso no le importó ni a la organización. La encargada de producción, a la puerta del concierto lo comentaba: “Ya metidos en canción, qué importa...”. Ya nos han puesto a “Lori Meyers”, pero sigue habiendo ganas de bailar.