El Truébano revive la vida universitaria. Desde el inicio del curso, muchos son los estudiantes del campus del Cristo que eligen su propia zona de estudios para también tomarse unas cervezas y despejarse de las primeras impresiones de las clases. 

Las nuevas casetas de San Mateo no solo están en el centro y esta es una de las partes de las celebraciones que más gustan a los estudiantes del Cristo. “Por fin hay algo que le da vida a esta zona”, indicaba Javier Álvarez, que estaba con sus compañeros de Ingeniería Química tomando unas cañas entre clase y clase. “Lo único de lo que podemos tener queja es de la música. Tenemos que dejar las ventanas abiertas de las aulas por el protocolo covid y hay veces que se escucha como si la pusiéramos dentro del edificio. Desconcentra muchísimo y no puedes atender bien a lo que dicen los profesores”, añadía Álvaro Otero, otro de los estudiantes de Ingeniería Química que disfrutaba del descanso. 

Por la izquierda, Jaime Carril, Carlos Palacios, Arturo Lorda y Miguel Miaja . Irma Collín

La hora del vermú fue la más escogida por los universitarios para disfrutar de las pocas horas de sol del jueves. Las cuatro casetas del Truébano tuvieron muy buena acogida, pero había grupos que preferían las mesas que el parque tiene como merendero para las familias. “Para comer nos hemos venido aquí, pero hemos tomado algo en las casetas. Siempre nos quejamos de que esta zona está un poco muerta, así que traer un poco de San Mateo hasta aquí es una pasada, sobre todo para nosotros, que muchas veces no tenemos dónde pasar las horas muertas entre clase y clase”, explicaba Marcos Vázquez, estudiante de Biotecnología. 

Iván Muñiz, uno de los amigos de Vázquez, opinaba que proyectos así hacían la zona “más atractiva” para los jóvenes: “Ojalá se quedaran para siempre. Sería muy buena idea que lo probaran un tiempo y luego decidieran hacer algo permanente para que la zona estuviera más animada, sobre todo para nosotros, para poder relajarnos entre clases. Esta zona es muy tranquila para estudiar y eso está muy bien, pero a veces se echa de menos el ambiente universitario. Gracias a las casetas lo podemos vivir”.

Marcos Vázquez, Iván Muñiz y Carlos Martín. Irma Collín

Estas casetas, sin embargo, no solo llaman la atención de los estudiantes del campus del Cristo. Arturo Lorda es un estudiante de Filosofía, carrera que se cursa en el campus del Milán, pero el Truébano le llamó la atención y decidió acercarse: “Debería estar en clase, pero me dijeron que aquí también había casetas y quise pasarme para ver el ambiente. Esta zona normalmente es muy aburrida, así que ahora que hay algo tenemos que disfrutarlo”. Lorda estaba junto a tres amigos, estudiantes de Grado Superior, que aún no habían empezado las clases. Querían aprovechar sus últimas horas de libertad y decidieron que el mejor plan para la sesión vermú era el Truébano: “En otro momento no hubiéramos acabado aquí ni de casualidad, pero como este año han puesto aquí estas casetas pensamos que estaría bien venir y ver qué se cuece”, comentaba Carlos Palacios. “Es una forma de potenciar el ocio al aire libre. En invierno es posible que no fuera una buena idea, pero con el tiempo que estamos teniendo estos días es estupendo”, añadía. 

El Truébano está siendo uno de los sitios más concurridos en estas fiestas mateínas, una clara demostración, para muchos de los ovetenses, de que las celebraciones no tienen por qué estar siempre en el centro de la ciudad.