Productos de calidad probada y con todas las garantías sanitarias. Esas son, a decir de Diego Canga Fano, consejero principal de la Dirección General de Agricultura y Medio Rural de la Comisión Europea, las grandes fortalezas de la industria alimentaria europea, y así se percibe a nivel global. Unos valores que hacen que los productos del continente sean idóneos para conquistar otros mercados, según alertó en una ponencia sobre la importancia y el futuro del sector lácteo quesero dentro del International Cheese Festival.
“Somos los mejores del mundo haciendo comida y bebida”, señaló Canga, en una presentación realizada por videoconferencia (tuvo que cancelar a última hora su viaje a Oviedo tras dar positivo por covid). “Me encuentro bien” aseguró Canga, que no ocultó su “disgusto” por no poder desplazarse al festival.
En su ponencia, Canga incidió en que “los consumidores a nivel global valoran dos cosas de los productos europeos: la calidad y que tenemos cero problemas de higiene y salud, porque somos muy exigentes”. Pero esta potencia de la producción alimentaria europea tiene una contrapartida: la proliferación de copias foráneas de determinados artículos o variedades con denominación de origen. Puso el ejemplo de quesos griegos e italianos que se realizan en países como Canadá o Estados Unidos, en ocasiones por emigrantes en esos países, y que comercializan productos con etiquetado engañoso. “Hay casos como que venden un Parmigiano con una falta de ortografía y la bandera de Italia, y así confunden al consumidor”, explicó Canga.
Para evitar este tipo de prácticas, la Unión Europea cuenta con herramientas como las Denominaciones de Origen, y ha sellado acuerdos con diferentes países para proteger sus productos. “En Europa tenemos actualmente 3.300 alimentos protegidos. Entre ellos, hay 234 quesos, de los cuales 29 son españoles y cinco asturianos: cabrales, casín, gamonéu y afuega’l pitu, que cuentan con Denominación de Origen, y Los Beyos, que tiene Indicación Geográfica Protegida”. Pese a esta riqueza, Canga precisó que no es habitual la copia foránea de quesos españoles, salvo en el caso del manchego, y que esas prácticas afectan más a productos franceses, griegos o italianos.
Con todo, Diego Canga animó a los queseros asturianos a exportar sus productos: “Tienen que vencer el miedo y penetrar en los mercados internacionales”. Una reflexión que animó un debate entre el consejero y el Eurodiputado asturiano Jonás Fernández, presente en la sala, y que incidió en la dificultad de muchos queseros asturianos para ampliar su producción a unos niveles que les permitan ampliar su volumen de negocio. Canga reconoció esa problemática, pero incidió en que “si logran llegar a otros mercados, como Japón, China o el Golfo Pérsico, los márgenes son muy grandes”. El consejero puso un ejemplo: un solo higo se vende en el mercado japonés por 8 euros. “Habría que ver lo que valdría un queso cabrales o un gamonéu”, señaló.
Tras Diego Canga, intervino Jaime Izquierdo, quien explicó la incidencia de la producción quesera en la construcción del paisaje, y defendió la necesidad de tener “más inteligencia territorial” y de aplicar “perspectivas sistémicas” para lograr un “desarrollo integrado y humanizado” de los distintos territorios de Asturias. Izquierdo defendió también la opción de promover “rebaños concejiles” de ovejas que cubran el vacío de “la familia extinta de los pequeños pastores”, ya que estos animales construyen paisajes y previenen incendios. “Las ovejas son la alta tecnología que necesitamos para los territorios”, señaló.
