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Guillem Martínez Periodista, autor de “Los Domingos”

“Las lenguas no son un problema ni algo de lo que sentirse orgulloso, son una herramienta”

“Asturias parece un lugar tranquilo, alejado del ruido, la confusión y la crispación de focos como Madrid y Barcelona, y eso me gusta”

El periodista y escritor Guillem Martínez, en Oviedo. | LNE

El periodista Guillem Martínez (Cerdanyola del Vallès, 1965) pasa la resaca del “Tigre Juan” escribiendo para “Ctxt”, el medio en el que trabaja tras haber pasado por “El País” o TV3. Desayuna un cigarrillo, café cortado y agua con gas en un bar del centro. Considera que Asturias es un lugar tranquilo, alejado del ruido y la confusión que se hacen fuertes en Madrid y Barcelona. “Esta es una ciudad amable y eso me gusta” dice mirando la lluvia mientras fantasea con que en Oviedo la tormenta llega “todos los días a la misma hora”. Su obra “Los Domingos” es la ganadora del certamen que organiza Tribuna Ciudadana. Es el primer premio que recibe en su vida, dice, lo que achaca, entre otras cosas, a ciertos “pecados de juventud”.

–¿A quién molestó tanto para no recibir nunca ningún premio?

–En su día coordiné el proyecto “CT o la cultura de la transición”, digamos que no gustó mucho a mucha gente que manda o mandaba. Eso cierra algunas puertas. Por eso aprecio la valentía del jurado de proponer uno de mis libros.

–Pero “Los Domingos” lo ha publicado Anagrama, que no es una editorial pequeña.

–Pero no ha tenido ninguna o casi ninguna reseña, por lo menos en España. En América sí que ha tenido cierta repercusión, pero aquí poca.

–¿Cómo surge “Los Domingos”?

–Es periodismo, que es a lo que me dedico. Es una sucesión de artículos casi autobiográficos, de experiencias que he tenido que, vistas con retrospectiva, significaban algo distinto a lo que yo había pensado. Era una forma de desengrasar de los nacionalismos –catalán y español– a los que siempre me he dedicado.

–¿Qué está pasando en España?

–Que hay mucha confusión, especialmente en Madrid y Barcelona, que son dos núcleos de crispación enorme. Eso se suma a la crisis de la democracia, que es un fenómeno global, que viene del este de Europa, de Estados Unidos, a lo que también hay que añadir características propias de España y ahí tenemos el problema. La democracia está en crisis. Ahora, hay que ver a dónde vamos. A priori parece que damos pequeños pasos, pero en la dirección equivocada.

–Ha tenido conflictos, digamos, con los dos bandos.

–No son dos bandos. Son extrema derecha. Tanto en Cataluña como en España, gente que se envuelve en banderas.

–En Asturias ahora mismo se está debatiendo la oficialidad del asturiano, hay quien defiende que es proteger la tradición y otros ven en la lengua un peligro y dicen que puede enaltecer un nacionalismo asturiano y la crispación.

–Desconozco la política local, pero las lenguas son un “tam tam”, una herramienta, no son identidad. La gente no puede sentirse orgullosa de su lengua, como no puede sentirse orgullosa de su nariz. Las lenguas no son peligrosas, ni son el problema de la crispación. España es un país único por su riqueza lingüística, hace tiempo que deberían haberse protegido todas. Los problemas reales son otros.

–¿Cómo ve Asturias?

–Parece un lugar tranquilo, alejado del ruido y la confusión. Eso me gusta. Supongo que pierde población como tantos otros sitios por la succión que hace Madrid, que funciona casi como un paraíso fiscal, de manera muy agresiva. Ese es otro de los problemas de España, las regiones “olvidadas”.

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