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El equipo que restauró la muralla quiere que se instalen paneles que cuenten su historia

Los redactores le plantearán hoy a Canteli sus ideas para hacer del monumento una atracción más de la ciudad y exigen reforzar su protección

De izquierda a derecha, los técnicos encargados de la restauración de la muralla: José Ramón Fernández Molina, Alejandro Moriana y José Ramón Hevia. | Cristina Velasco

Ya se han finalizado los trabajos de restauración en la muralla medieval. El Alcalde, Alfredo Canteli y Nacho Cuesta, responsable del área de Infraestructuras, recepcionarán hoy la obra. La rehabilitación de esta parte del cercado de la ciudad, dicen los redactores, es solo “una fase” de lo que se puede y debe hacer con el monumento. La muralla medieval es historia, pero también es una oportunidad, según reitera desde hace años el arquitecto José Ramón Fernández Molina, el técnico que ha estado al frente de un proyecto que lleva desarrollándose desde 2017. El arquitecto y su equipo propondrán, como primer paso, la instalación de paneles a lo largo del cercado para dar a conocer la historia de la muralla. Un relato que puede leerse, por fin, a través de la roca.

Las almenas, por fin visibles, se distinguen de los distintos recrecidos por el tono del mortero y de la piedra. Esa fue una de las decisiones que se tomaron a la hora de restaurar la muralla medieval, permitir que los cambios sean palpables. A lo largo de la calle Paraíso se puede observar el crecimiento de la ciudad, desde la roca madre sobre la que se levantó el cercado, hasta los recrecidos de las casas que se construyeron contra el cercadp cuando Oviedo comenzó a crecer dentro de los muros, asfixiada por las paredes de piedra que, un día, se habían levantado para contener ataques de ejércitos enemigos. La muralla, explican los redactores, tenía dos funciones, la militar y la fiscal. La piedra diferenciaba a los habitantes y permitía exigir a los que vivían fuera de la ciudad ciertos impuestos por cruzar o introducir mercancías.

La voluntad del equipo redactor siempre fue recuperar el paseo de ronda. La muralla, explican, no era una simple pared. El cercado tiene más de dos metros de ancho y en su día contaba con un camino que, a su juicio, es necesario recuperar como atracción turística. Ese camino se aprecia, por ejemplo, desde la calle San José. En los terrenos de la casa sacerdotal se ven las escaleras que permiten subir al viejo paseo por la parte alta del cercado medieval.

El arquitecto José Ramón Fernández Molina quiere que la muralla cuenta con un entorno de protección específico. A su juicio, como Bien de Interés Cultural, el monumento debería poder visitarse y no solo poder contemplarse desde la calle. Para poder transitar por el antiguo paseo de ronda el Ayuntamiento tiene que llegar a un acuerdo con el Arzobispado. En la casa sacerdotal hay un recrecido de ladrillo que es la principal herida de la restauración. Ese añadido, que no cumple con los criterios estéticos ni arquitectónicos necesarios para proteger el monumento ha sido el punto más problemático de los trabajos. Los redactores querían demolerlo e instalar una alternativa que aportase privacidad y seguridad a los jardines de la casa sacerdotal, pero la Iglesia se negó. Patrimonio insta a eliminarlo, pero ha permitido que esa actuación se lleva a cabo en un momento “posterior”. Ese recrecido y los propietarios colindantes del cercado son los principales obstáculos para que la muralla se pueda abrir al público, algo que según Molina es un “imperativo legal”.

De momento, con esa batalla perdida, los redactores pretenden conseguir que el Ayuntamiento potencie el conocimiento de vecinos y turistas sobre la muralla con la instalación de una serie de paneles explicativos. En el cercado, además de almenas y ventanales de antiguas casas hoy desaparecidas hay vestigios de la historia industrial de la ciudad. Frente a la Fábrica de Gas hay un antiguo agujero rellenado con ladrillo por dónde, creen los redactores, en su día se transportaron materiales hacia el recinto fabril abandonado propiedad de EDP.

Esa fábrica y su polémica necesidad de descontaminación es también uno de los problemas y oportunidades de la muralla. El Ayuntamiento, que pretende peatonalizar la calle Paraíso como exigen los arquitectos, no llevará a cabo las obras para cerrar el tráfico hasta que no se sepa qué se va a hacer en el recinto fabril y, de momento, no hay proyecto.

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