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Cuando a clase se va con manta

Impartir docencia en las aulas modulares del IES La Corredoria es una tarea dificultosa: si llueve, entra agua, y si arrecia, al profesor no se le oye

Elisa Puente imparte clases de Filosofía en el aula modular de primero de Bachillerato de Ciencias Sociales. | | IRMA COLLÍN

María Sánchez estudia en el instituto de La Corredoria y se ha librado de tener que ir a clase por las tardes. A cambio, cada día se sienta en una caseta prefabricada, la solución de urgencia para dar aire a un centro saturado desde hace años, donde la amenaza del turno vespertino obligó a un apaño para salir del paso. “Hace mucho frío, algunos vienen con mantas”, cuenta la estudiante. Hay calefacción pero en la caseta no va del todo bien. Si llueve mucho, el agua entra; si arrecia, no se oye. Una profesora usa micrófono. El olor a plástico es intenso a primera hora de la mañana y, de entrada, la sensación es de claustrofobia.

Elisa Puente es profesora de filosofía y certifica todas esas carencias en lo que alumnos y docentes llaman “los barracones”. La medida se implantó a comienzo de curso, por al saturado aforo del instituto, un peligro en tiempos de pandemia. El centro evitó que algunos grupos tuvieran que asistir por las tardes. “Esa es la única ventaja”, explica Saúl Carrio, de primero de Bachillerato de Ciencias Sociales. Aunque se trata “del mejor de los males”, todos esperan que quede en un medida temporal, a la espera de la construcción del nuevo instituto. Las incomodidades son muchas porque si un grupo sale al patio o el profesor explica más alto de la cuenta, el ruido se hace muy molesto.

Las aulas prefabricadas, los barracones, son para los alumnos de Bachillerato y también para un grupo de tercero de Secundaria. En el curso de los de Ciencias, con 30 estudiantes, han decorado su aula para recibir la navidad. “El color gris y la oscuridad de la clase no nos motivaba nada. Hemos aprovechado las fiestas para colocar adornos motivadores y así mejorar el rendimiento”, dice Alfonso Fernández en nombre de sus compañeros.

Marcos González, de la AMPA.

El problema de la falta de espacio y las clases prefabricadas es la extensión de una lucha que el instituto lleva librando desde que estos jóvenes, de 16 y 17 años, estaban en Primaria. La Corredoria es un barrio en crecimiento y disponer solo de un instituto hace que las plazas se queden cortas. El director, Francisco de Asís Fernández, explica que, por parte del personal, hacen lo que pueden pero que hay cosas que quedan lejos de su alcance. “Sin algunas de las soluciones que hemos tomado habríamos padecido una diáspora de alumnado y profesorado”, sostiene sobre el sistema modular y pide medidas al Principado de Asturias. Desde el AMPA, por medio de Marcos González, no dejan de reclamar un nuevo centro: “Nos dicen que se aproxima, pero hasta que no lo veamos no me lo creo”.

El director del IES La Corredoria, Francisco de Asís Fernández.

Por ahora, salen adelante con el sistema de barracones que al menos permite compatibilizar vida familiar y laboral durante la permanencia del virus; pero han perdido la biblioteca (que en estos momentos funciona de localización para otro curso), tienen que coger apuntes abrigados y tuvieron que esperar parte del profesorado y material , como pantallas o internet, hasta entrado octubre. “Aquí no se viene con ganas”, declaran los chicos a las puertas de este espacio improvisado. “Tienen derecho a un lugar cómodo donde trabajar. Esto es precario”, añade Puente. Aunque todos coinciden en sentirse parte del instituto y querer sacarlo adelante: “¡Estamos pidiendo más espacio!”

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