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Las mascotas juegan pero no son juguetes

Alumnos del colegio de la Gesta recogen toallas y mantas para los animales del albergue: “No se les puede abandonar”, advierten los niños

Algunos de los alumnos, junto al material para el albergue. | Luisma Murias

Navidad, esa etapa del año en la que muchas familias repiten la estampa de Disney en la que un cachorro se convierte en el regalo más tierno a los pies del árbol. Aunque en más ocasiones de las deseadas, la dama se convierte en vagabundo cuando la efusividad de las fiestas desaparece y el salón se llena de destrozos. Esta historia la conocen muy bien los niños de quinto de primaria del colegio Gesta, que han querido dedicar la campaña solidaria de este año a los animales sin hogar del albergue de Oviedo. “Hemos aprendido que las mascotas no son juguetes. No se pueden abandonar”, afirman satisfechos. Han recogido mucho material que han entregado al Albergue de Animales de Oviedo para que puedan aprovecharlo los perros y gatos que allí están recogidos, sobre todo, mantas y toallas.

Este proyecto de aprendizaje-servicio nace de la necesidad de implicar a los pequeños en una labor social que pudiera generar verdadero entusiasmo. Y nada mejor que huellas y patas para conseguirlo. “Son muy solidarios, pero si les pones perros y gatos de por medio ya es increíble”, explica la docente Sandra Carranza, principal impulsora de la idea. Ante la buena acogida de la iniciativa por parte del centro y los estudiantes, se pusieron en contacto con el albergue para conocer su funcionamiento y necesidades. Mantas y toallas, para salvaguardar del frío a los cuadrúpedos refugiados, fue la petición que obtuvieron por parte de la asociación.

“Eso nos ha enseñado aprender a reutilizar las cosas”, cuenta Teresa Fernández, de 10 años, sobre esta nueva vida que le ha dado a estos objetos que se encontraban olvidados en algún rincón de su casa. Sus compañeros asienten con la cabeza demostrando que están en el mismo barco. Son Sofía García, Valeria Quiroga, Marco Alonso, Erick Martín y Adriana Fernández en representación de todo el curso: “Hemos colaborado mucho”. Hubo quien llegó a perder recreos y, además, tuvieron que superar el confinamiento de una de las aulas.

Los voluntarios del albergue de animales recogen las donaciones.

Publicaciones en las redes, carteles y dibujos hicieron volar la imaginación sin necesidad de salir de casa. “Les hicimos dibujar una letra a cada uno para crear un mensaje que animase a colaborar”, cuenta Bea Tuñón, responsable de orientación. La mezcla de diseños corría el riesgo de resultar un desastre, pero acabó exponiéndose ante sus miradas orgullosas en los ventanales que dan al patio. “Aún estando las cosas complicadas, supieron trabajar juntos a su manera”, afirma Carranza.

Se han apropiado de parte del centro con eslóganes como “no abandones” o “no soy tu juguete”. Incluso se encuentra variedad de especies pintadas con mucho mimo en el mural. “Me inspiró el pájaro que tiene nuestra maestra”, ilustra Valeria. Uno a uno, van señalando sus aportaciones mientras cuentan las curiosidades que han aprendido, como la manera de actuar ante una situación que requiere veterinario o cómo encontrar a los “peludos” que se encuentran en adopción. Y continúan cuestionándose.

“¿Qué hay que hacer si encuentras un perro que es de alguien en la calle?”, pregunta la pequeña Adriana. “Eso tendremos que averiguarlo en la siguiente campaña”, responde la profesora.

Quién sabe, quizá durante la primavera toque hacer voluntariado. Al escuchar la propuesta, la emoción no puede resultar más palpable. Por eso, padres prepárense, porque más de uno esta deseoso de compañía canina en sus hogares.

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