La OSPA estrenó año nuevo con un emocionante concierto junto al pianista Javier Perianes. Una lección magistral que buceó en el pianismo más clásico. Este primer concierto del año de la sinfónica asturiana en el Auditorio estuvo dedicado al violinista Alfonso Ordieres, fallecido el pasado jueves, que fue concertino de la Sinfónica de Asturias, así como director de la orquesta universitaria. Desde la OSPA quisieron enviar un fuerte abrazo para su familia y en especial a su hijo, Pedro, actual integrante de la orquesta.

Fue el piano el protagonista absoluto de la jornada, que arrancó con el famoso “Concierto para piano nº 20 en re menor” de Mozart y concluyó con el “Concierto nº1 en do mayor” de Beethoven. Dos obras que Perianes tiene muy trabajadas, que conoce bien, algo que se deja sentir en la doble función de director y pianista que ejerció ayer. Al frente de la OSPA, se preocupó por coordinar las intervenciones de los profesores de la orquesta y, desde el piano, por dar uniformidad el carácter de las partituras de Mozart y Beethoven.

Destaca en él la aparente facilidad con la que extrae una paleta de colores muy diversos al piano, el fraseo, tan importante en estos dos compositores, y los cuidados balances en la sonoridad, pese a que el piano que ocupaba el centro del escenario no tenia tapa que ayudase a proyectar el sonido. La perfección técnica de Perianes no es nada nuevo tras una carrera como la suya, pero en estos dos conciertos dejó también cantar al instrumento. Toda una lección al piano, recreándose en cada nota. La actuación, con una OSPA muy acertada, se cerró con las ovaciones del público, que terminó pidiendo propina.