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Una OSPA romántica y poderosa

El violinista Radulovic y Jaime Martín a la batuta hacen brillar a la Sinfónica, que bordó un difícil programa con obras de Mozart y Bruckner

La OSPA, con Radulovic en el centro, durante el concierto de ayer en el Auditorio. | Fernando Rodríguez

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) regresó anoche al Auditorio ovetense tras el paréntesis de la semana pasada, ocasionado por la avería de la concha acústica, de la mano de un programa muy atractivo, patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA, compuesto por el “Concierto para violín número 3 en Sol mayor” de Mozart y la “Sinfonía número 4 en mi bemol mayor, Romántica” de Bruckner.

Para hacer frente a la primera obra, la formación asturiana estuvo acompañada del violinista serbio Nemanja Radulovic, debutante con la OSPA, que dejó unas sensaciones inmejorables. Siempre con una emisión y sonoridad especialmente cuidadas, supo desplegar una gran expresividad en la partitura mozartiana, bien arropado en todo momento por una orquesta bien manejada por Jaime Martín.

Radulovic, quien guarda un estrecho parecido físico con otro ilustre las cuatro cuerdas como Ara Malikian, disfrutaba sobre el escenario del auditorio Príncipe Felipe de cada una de las notas que emanaban de su violín, siempre sonriente y transmitiendo una gran complicidad con la orquesta y el director que acabaría calando igualmente en el público.

En cuanto al director cántabro, asiduo colaborador con la sinfónica asturiana, mantiene su idilio con la orquesta y demuestra su plena sintonía con cada sección, siendo capaz de dirigirla con gran efectividad sin demasiados aspavientos. El propio Martín, ante los aplausos de un público que animó al solista de la noche a interpretar una propina que llegaría en forma de “Capricho número 24” de Paganini.

Asistentes al concierto del Auditorio. | Fernando Rodríguez

Tras la pausa llegó el plato fuerte, la sinfonía “Romántica” que daba nombre al programa “Bruckner esencial” y que supone un reto para cualquier orquesta. La OSPA hizo gala de una gran concentración para lograr una interpretación equilibrada, pero con un sonido poderoso. El maestro Martín supo regular adecuadamente las dinámicas en esta magna obra enriqueciendo todavía más la ejecución y redondeando una excelente velada musical, de dos horas de duración.

En esta parte de la función destacaron especialmente los metales, a gran nivel durante los cuatro movimientos, y que contribuyeron a una sólida interpretación de este templo sinfónico aportando la energía y el poderío necesarios para llevar la “Romántica” a buen puerto.

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