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Los dueños de El Fartuquín de Oviedo, una historia de amor premiada que se fraguó entre fogones

Mari Fernández y José Luis Suárez reciben “orgullosos” la mención especial de Antroxu de sus colegas hosteleros

José Luis Suárez y Mari Fernández, ayer, en Abuli. | L. Murias

La hostelería ovetense premió este martes a dos vidas dedicadas en cuerpo y alma a enriquecer la gastronomía asturiana: el matrimonio fraguado entre fogones de Mari Fernández y José Luis Suárez. Recogieron “orgullosos” la “Mención especial del Antroxu” otorgada por unanimidad por la patronal Otea en reconocimiento a la trayectoria de la pareja en pro de la cocina tradicional y las jornadas gastronómicas más clásicas de Oviedo.

Mari y José Luis comenzaron desde bien jóvenes a trabajar en diferentes establecimientos hosteleros de renombre. Los inicios de ella tuvieron como escenario el hotel Tamanaco de Infiesto, un referente durante décadas en la organización de banquetes. Todavía hoy recuerda cómo daba sus primeros pasos lavando lechuga “hojita o hojita”.

La pareja se conoció más tarde, trabajando ambos en la parrilla Monteviejo de La Manjoya, aunque sería aún más adelante cuando comenzó su relación, al coincidir ambos en otro establecimiento, el restaurante El Escamplero, donde ella era jefe de cocina y él, de sala.

No fue hasta el año 2000 cuando, codo con codo, abrieron El Fartuquín, local situado en la calle Carpio del Antiguo, a escasos metros del Campillín, desde el que se ganaron un nombre en el panorama gastronómico de Asturias a base de una oferta basada en la cocina tradicional, productos de primera calidad y un exquisito trato. “Se nota que más que en ganar perras son unos hosteleros cuya prioridad es que el cliente salga satisfecho y con ganas de volver a su negocio”, señaló el presidente de Otea, José Luis Álvarez Almeida para presentar a los premiados como un gran acierto.

Tanto José Luis como Mari reconocieron el premio como “un gran orgullo”. La pareja declaró su fidelidad a jornadas gastronómicas como el menú del Desarme o la Ascensión, y especialmente las del menú de Antroxu. “Gusta mucho porque son sabores de siempre de la cocina asturiana y tiene mucha aceptación entre el público”, explicó Mari Fernández, adelantando, no obstante, que para esta edición tiene previsto innovar un poco en sus recetas. “Este año voy a probar a echar butiello al pote”, adelantó la guisandera, confiada en que este nuevo reclamo y los habituales postres asturianos de invierno, unidos a las ganas de normalidad, vuelvan a llenar los restaurantes carbayones como solía ser antes de la crisis sanitaria.

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