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El cariño de los alumnos

Permitidme que os diga que me siento un poco raro y nervioso. Es una experiencia nueva para mí contemplar este monolito que lleva mi nombre y que es testimonio de la generosidad de muchas personas.

A lo largo de mi vida he realizado muy diversas actividades como dominico, como sacerdote, como profesor. He fomentado el deporte en diversas modalidades, sobre todo, en el amor a la montaña y en el hockey sobre patines. Hoy debo recordar a infinidad de personas que han influido en mi vida: mis padres, mis familiares, mis profesores y formadores, mis compañeros, numerosas personas con las que he realizado múltiples actividades. Por supuesto, todos mis antiguos alumnos con los que he compartido muchos momentos de trabajo, de estudio, de deporte. Todos ellos me han enriquecido y me han ayudado a realizarme como persona, como dominico, como sacerdote.

Quiero expresar mi total agradecimiento a todos los que han realizado la propuesta de designar este paseo con mi nombre, así como a la Corporación municipal que lo ha hecho realidad.

Sin duda, me hace mucha ilusión recibir una distinción en la ciudad a la que llegué hace 59 años. Aquí me impliqué como sacerdote, así como en la enseñanza y en el fomento de la actividad deportiva.

En el campo de la enseñanza, me siento orgulloso del cariño que mis antiguos alumnos me muestran a cada paso. Pero también de sus logros profesionales: catedráticos de universidad, de institutos..., extraordinarios profesionales de la medicina, la enseñanza, la ingeniería, la arquitectura, así como industriales y trabajadores de múltiples facetas... No cito nombres porque sería imposible nombrarlos a todos. De todos ellos me siento muy orgulloso. Siempre un padre disfruta con el éxito de sus hijos y un profesor con el de sus alumnos.

En el deporte, el hockey sobre patines, han sido muchos los triunfos conseguidos. No necesito nombrarlos porque están en la mente de todos: numerosos los deportistas que, sobre ruedas, han conseguido grandes triunfos para Asturias. Varios de ellos han sido internacionales con España.

Pero tampoco debo ocultar que cuando se me comunicó la propuesta, me planteé seriamente si yo reunía méritos suficientes para esta distinción, pues son muchos los asturianos y ovetenses que a lo largo de la historia han hecho cosas importantes y muy importantes en distintas facetas de la vida.

Al final lo he aceptado, porque uno ya es mayor y, evidentemente, le gusta que se reconozca la labor que ha venido desarrollando. Por eso mi agradecimiento a todas esas personas que han confiado en mí y me han enriquecido con sus valores tanto intelectuales como humanos.

Hoy, el Ayuntamiento de Oviedo descubre un paseo con mi nombre. ¿Quién me iba a decir, al salir de un pueblo pequeñito, Congostinas, allá por septiembre de 1949, que un día mis alumnos iban a promover algo tan significativo de su cariño y generosidad?

Sinceramente, me siento muy feliz y agradecido a todas las personas que han hecho posible este evento. No tengo palabras para mostrar mi satisfacción. Muchísimas gracias a todos.

El Padre Valdés concluyó esta intervención, leída ayer en la inauguración del paseo que lleva su nombre, recitando el poema “Educar”, de Gabriel Celaya, que empieza con los versos: “Educar es lo mismo/ que poner un motor a una barca”

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