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Medio milenio con San Ignacio

La comunidad ignaciana en Asturias cierra con una misa la celebración por los 500 años de la conversión del santo

Pedro García Vera preside la misa por la festividad de San Ignacio de Loyola, ayer, en Las Salesas. | Irma Collín

Los jesuitas asturianos celebraron ayer en la Iglesia del Sagrado Corazón de Oviedo, Las Salesas, la festividad del fundador de la orden, San Ignacio de Loyola. Es una celebración que se realiza cada 31 de julio, alternando la ubicación entre Oviedo y Gijón. Pero la de este año fue especial, toda vez que supuso la clausura del año ignaciano, con el que los jesuitas han estado conmemorando los 500 años de la conversión de San Ignacio.

Las celebraciones comenzaron el 20 de mayo del año pasado, justo el día en que se cumplía medio siglo desde que el joven Ignacio de Loyola cayese herido en la batalla de Pamplona, cuando defendía la ciudad del ataque de las tropas francesas. Durante su convalecencia, las lecturas sobre la vida de Jesús provocaron un cambio radical en su visión del mundo, lo que le llevaría a adoptar una profunda espiritualidad y a fundar, ya en 1534, la Compañía de Jesús.

Asistentes a la eucaristía, ayer, en Las Salesas. | Irma Collín

Numerosos fieles se acercaron ayer a la Iglesia de Las Salesas para participar en la ceremonia, que estuvo presidida por el Superior de la Compañía de Jesús en Asturias, Pedro García Vera. Durante la misa, el jesuita remarcó que son muchos los aspectos de la vida de San Ignacio de Loyola, que "se pueden llevar a nuestras propias vidas", señaló Pedro García Vera.

El superior de los jesuítas recordó cómo, tras caer herido, al santo "ya no le llenaban los deseos de grandes proezas", porque había algo más profundo que se le había metido dentro. "Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir", se lamentaba Jeremías, un escrito que se dejó oír durante la ceremonia. La eucaristía finalizó con la oración de la Sagrada Consagración al Corazón de Jesús. Aunque fueron muchos los miembros de la red ignaciana ed Asturias que ayer estaban en Las Salesas, hubo otros que se desplazaron hasta el Santuario de Loyola, donde se puso fin a los quince meses de celebraciones del año ignaciano con una eucaristía solamente presidida por el arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, y en la que el Superior General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, pronunció la homilía.

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