Una gran descarga de color y estruendo bendijo el estreno de la noche de los fuegos de San Mateo en Montecerrao. El espectáculo pirotécnico celebrado por primera vez en la plaza Tuero Bertrand fue, a juicio de la mayoría de los 20.000 asistentes –según los bomberos– agolpados en las inmedaciones de la gran mancha verde del barrio, el más brillante de los últimos años, así como el más aplaudido, pues en los algo más de 20 minutos de duración del lanzamiento de los 15.000 elementos pirotécnicos preparados por la empresa valenciana Ricardo Caballer se contabilizaron una decena de ovaciones, la más intensa, como suele ser habitual, tras el último bombardeo, comparable a la descarga de Cangas del Narcea, aunque en este caso con una gran combinación de tonos alegres que iluminaron el cielo carbayón.
«El sitio me parece excepcional, mejor que el parque de Invierno para este espectáculo», soltó una entusiasmada Piedad Solís con la tormenta perfecta de sauces, columnas de luz y estruendosas explosiones que acababa de presenciar. «No entiendo mucho, pero la acustica parece mejor aquí», compartió con su amiga Carmen González, la cual consideró el escenario «ideal para ver los fuegos, aunque está un poco lejos del centro», y centró sus halagos en la oferta artística del espectáculo «Luz Neta» de la pirotécnica levantina. «Esteaño noté un aumento de la calidad», sostuvo.
El público ve en el adelanto horario un aliciente para seguir «in situ» el lanzamiento
Había ganas por asistir al estreno de una ubicación diferente a un parque de Invierno que desde 1984 había sido sede fija de la noche más luminosa de las fiestas. «Vinimos ya a las ocho y aparcamos en el Calatrava», indicó la veterana gijonesa afincada en Oviedo Carmen Fidalgo desde su silla de playa, preparada para vivir una noche especial. «Estoy como en San Lorenzo», bromeó.
Durante los preparativos ya se barruntaba una buena noche. «Tira nordestín y eso es ideal para evacuar el humo», explicó el bombero Alejandro Vallina, curtido en eventos de este tipo, mientras animaba a poner los ojos en el cielo. «Los fuegos tienen una excelente pinta», adelantaba sin dar más detalles.
El ambiente estaba caliente, pues la orquesta «Grupo Tekila» se encargó de animar el cotarro ante una multitud que a las 20.30 horas comenzó a saltar y alzar los brazos y al filo de la diez de la noche despedía el primer pase entonando el «Asturias» de Víctor Manuel.
Pasadas las diez y cinco de la noche, un primer chupinazo sembró el suspense. Se trataba de un aviso, pues el segundo bombazo no llegó hasta pasado un minuto y hasta hubo un tercero antes del inicio del lanzamiento de las primeras tracas de nubes de puntos rojos y verdes que comenzaron a sobrevolar las cabezas de los miles de almas que miraban hacia arriba con la boca abierta. «Es como estar en la primera fila del cine», suspiraba una asistente.
El mal llamado anfiteatro de Montecerrao hizo honor a su nombre por una vez, pues el escenario circular rodeado de gradas escalonadas se partió en dos, siendo ocupada una mitad por los casi 700 kilos de pólvora y la otra por una multitud que asumió con gusto el adelanto de hora. «Quizás a las diez venga más gente in situ que a las doce», opinó Angelina González.
Al apagado de luces siguió una gran marea de teléfonos móviles alzados al aire para captar fotos y vídeos que compartir. «Se lo estoy enviado a mi madre que está fuera y está hasta emocionada», explicó al final del lanzamiento Gemma Huergo, una vecina del Cristo, encantada por haber tenido la noche de fuegos más cerca que nunca. «Ojalá repitan el año que viene», deseó en voz alta mientras emprendía el viaje de vuelta.
