No se puede ser objetivo al hablar de Cuco Suárez cuando precisamente él vive en una profunda subjetividad. Porque ¿qué opinión neutra podríamos defender sobre su obra?
En todas sus creaciones plásticas o visuales, o quizá debería decir existenciales, el artista lavianés busca generar debate, incomodidad, alejarse de la zona de confort. Su voz, dice sobre sí mismo, denuncia y al mismo tiempo reclama la marginalidad. Y lo logra de una manera bizarra.
Claro, el gran público prefiere cuando hace vacas o botijos, tiene etapas creativas menos controvertidas. Pero él llega a lo profundo, alcanza su máxima expresión, cuando es su propio cuerpo lo que usa.
Estos días regresa a la actualidad porque han vuelto a censurarle en las redes sociales. No es la primera vez. Ya se las ha tenido con Zuckerberg por colgar fotos de sus creaciones en Facebook, concretamente su desnudez.
Pero su trabajo es así, qué le vamos a hacer, tampoco podemos ponerle calzones y pezoneras al David de Miguel Ángel. Dicho esto sin pretender que Cuco se corresponda con la proporción aurea, su búsqueda es radicalmente opuesta.
En esta ocasión se despelota por exigencias del guión en el nuevo vídeo musical del vibrafonista Xuan Zem. Un temazo que, según mi criterio, podríamos etiquetar como jazz funk progresivo. También como una alegoría sobre lo primitivo y lo violento de la naturaleza humana. Un sonido muy elegante para evocar lo monstruoso que ha escandalizado a YouTube.
Algunas de esas batallas contra gigantes las ha ganado consiguiendo que reestablezcan sus publicaciones, no siempre. A pesar de todo él mantiene sus perfiles abiertos y hace muy bien, el problema no es suyo sino de unas plataformas homogéneas en exceso y con la piel muy fina.
Las redes sociales, que nos han dado un espacio a cada uno en el ciberespacio, deberían aprender a respetar la individualidad. Que es, a fin de cuentas, característica fundamental de la creación artística. Mis conclusiones al respecto son muy sencillas. Me gusta la canción, me gusta el vídeo y a mí la pirulina de Cuco no me asusta. Tengo colgado en mi casa y en mi Instagram un autorretrato de su escroto.