No sé si esto que voy a comentar ha sido expuesto con anterioridad por otro lector. Si soy el primero, bienvenido sea; caso de no ser así, bueno es ponerlo de manifiesto otra vez dada la escasa acogida que tuvo por parte de los encargados de controlar el tráfico en la ciudad de Oviedo. Voy a referirme en primer lugar a los pasos de peatones. Es frecuente que justo al borde y en ambos lados de los citados pasos se estacionen vehículos, sobre todo desde que se han establecido en nuestra ciudad los estacionamientos regulados por parquímetros. Esto ocasiona que cuando un conductor que circula libremente por la calzada llega al paso de cebra, se puede encontrar súbitamente con el peatón casi en la medio de la calzada. Y a la inversa: el peatón, de forma inesperada, se encuentra con un vehículo que en la mayoría de los casos circula a no menos de 50 kilómetros por hora. La solución eficaz pasa por suprimir, creo yo, al menos dos plazas de aparcamiento para que tanto peatón como conductor puedan percatarse sin dificultad de la presencia del otro.

En segundo lugar, ocurre lo mismo con los arcenes a la salida de los garajes privados. Los vehículos en el momento de incorporarse a la calzada por el arcén se encuentran con otros aparcados justo hasta el borde del mismo. Esto impide, como es natural, que el conductor que accede a la calzada pueda percatarse con la debida antelación de la presencia de vehículos que circulan por ella. Y recíprocamente. Todo ello con el consiguiente riesgo de colisión. También en este caso se hace necesario suprimir las plazas de aparcamiento que dificultan la visión.

Ambos problemas no tienen difícil solución. Sólo hace falta que nuestro Ayuntamiento prescinda de una pequeña parte de su recaudación en beneficio de sus ciudadanos.