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Martín Caicoya

Ya nada será igual aquí

Había un Oviedo cosmopolita e íntimo. En él estaba toda la tierra, nada le era ajeno. Era su centro, una suerte de Aleph. A ellos, a los ovetenses que lo formaban, no les hacía falta viajar a los países exóticos, visitar civilizaciones perdidas. Porque Oviedo era él mismo, intensamente él. De ahí su universalidad. Todo se reflejaba allí, en ese Oviedo discreto y ecuménico. Ellos vivían aquí, la ciudad era su ciudad, no necesitaban ir más allá de la Escandalera.

Es un Oviedo que se extingue. Ahora ya irremediablemente con la muerte de Jaime Buylla, el último sostén de ese Oviedo que mirándose a sí mismo veía el mundo entero.

Jaime amó la ciudad, hizo ciudad. Esa ciudad que desaparece disuelta en las redes, en ese mundo que no vemos pero que existe y que es más real que las propias calles, plazas y edificios de la ciudad que habitamos. Y en la que no vivimos.

Sin Jaime Buylla, ya nada en Oviedo será igual.

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