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Andrea García Torres

Crítica / Música clásica

Andrea García Torres

Ante todo, música

Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias

Tras el estreno de la obertura “Coriolano” Beethoven estaba molesto por los intentos del escritor, jurista y crítico E.T.A. Hoffmann en extraer imágenes sobrenaturales de esta partitura en la que el famoso militar romano, cuya soberbia condujo a la autodestrucción, inspiró al compositor de Bonn. Solo música, sin artificios ni estridencias, fue lo que primó en la versión con la que la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) y el director Kynan Johns comenzaron el Concierto Extraordinario de Semana Santa, que en esta nueva normalidad de aforos limitado y mascarillas cambió su imagen tradicional junto al Coro de la Fundación y contó con la presencia solista de la soprano asturiana Beatriz Díaz.

Sobre el atril, el motete con tema religioso “Exultate jubilate” de Mozart, en el que Díaz cuidó con mucho celo el fraseo en la melodía, cantada siempre con delicadeza y calidez, en un formato casi camerístico en el que la OSPA y Kynan Johns arroparon a la soprano con un acompañamiento sutil que le permitió afrontar esta obra con flexibilidad en los pasajes más virtuosísticos, pero también en los momentos más líricos. Por todo ello, no es de extrañar el entusiasmo con el que el público ovetense se despidió de la soprano mierense.

La última obra del programa, la primera sinfonía de Schumann, “La primavera”, como un guiño a la nueva estación, puso aún más de manifiesto la buena sinfonía que existe entre el Kynan Johns y los profesores de la sinfónica asturiana. El director australiano, cuya dilatada experiencia en el podio se deja sentir en la corrección del tempo, supo extraer una sonoridad arrolladora de la formación gracias a una sección de cuerdas muy homogénea y sólida, que aportó un carácter solemne a la sinfonía, con un estilo de sincronismo germánico muy correcto, sin que ello supusiese renunciar a momentos de gran lirismo, en la misma línea que sucedió con Beethoven, e incluso cierto tono cómico. Hubo, por el contrario, algunos desajustes puntuales en los metales, que en ningún caso fueron a mayores.

En general, y aunque a alguien le pudiese resultar paradójico por su origen australiano, tanto por el estilo de dirección de Johns, su gestualidad, como por el resultado sonoro que consiguió con la OSPA en un programa tan germánico como el del pasado viernes, no sería descabellado vincularlo con algunos exponentes de la escuela de dirección alemana de la actualidad, prueba fehaciente de que la música traspasa fronteras.

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