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Paraíso capital

Gonzalo García-Conde

Viaje con nosotros

Una propuesta sencilla y asequible al Ayuntamiento para que nos ayude a los ovetenses a entender mejor nuestro pasado

Se atribuye a Miguel de Unamuno la frase “el fascismo se cura leyendo y el nacionalismo viajando”. El novelista francés Emile Zola afirmó que “nada desarrolla tanto la inteligencia como viajar”. Cuando era más joven esa era mi mayor ilusión: viajar y viajar sin descanso. Visitar el mundo entero.

Sin embargo, a medida que voy cumpliendo años crece en mí el deseo de conocer mejor mi ciudad y su historia. Cuantas más cosas me llegan, más preguntas me surgen. Más quiero saber. No me está resultando sencillo. Escuchar a nuestros mayores sobre las leyendas del pasado va en contra de la globalización, de la velocidad y la comodidad de la vida moderna. En esos vicios se va perdiendo parte de nuestra memoria.

Este localismo que crece en mi interior no ha menguado el interés que me despiertan otros lugares, al contrario. Como cualquiera, estoy deseando que se levante el cierre de las fronteras para salir corriendo en cualquier dirección como pita sin cabeza. Lejos o cerca. Playa, ciudad o montaña, eso me da igual. Escapar, cambiar el fondo de pantalla.

Hay al menos un millón de maneras legítimas de hacerlo. Está quien viaja por placer y quien viaja por negocio. Hay turistas y hay viajeros aventureros. Los que siempre visitan el mismo lugar y los que jamás repiten destino. Quien compara y quien está dispuesto a dejarse sorprender. Me vale todo, me adaptaría a todos los formatos.

Pero, ¿qué pasa con lo que tenemos en casa? También debería parecernos importante. Ya sé que me paso la vida haciéndole peticiones a nuestro Ayuntamiento, lo gobierne quien lo gobierne. Cosas legítimas y necesarias, pero muchas. Y no precisamente baratas. De todas, esta es la más sencilla y asequible.

Propuesta: señalar puntos clave que nos ayuden a entendernos mejor. Instalar puntos informativos que describan situaciones históricas y espacios singulares. No es nada nuevo, existe en muchas ciudades que, como la nuestra, tienen un pasado excepcional. Ya tenemos la ciudad llena de mupis publicitarios, solo harían falta algunos más.

Por poner algunos ejemplos, podríamos explicar a los de fuera, pero también a nosotros mismos que el espléndido edificio de la Escandalera se llama Casa Conde, no Santa Lucía (marca comercial), y que es obra del arquitecto Juan Miguel de la Guardia. Que el Fontán era un corral de comedias, el único teatro de la urbe durante siglos. Por qué hay unas tijeras en la fachada de la capilla de La Balesquida.

También asuntos más contemporáneos como que la pintura que da nombre al edificio de La Cometa es obra de Eduardo Úrculo, que el antiguo edificio de los Alsas fue diseñado por Castelao, que el colegio La Milagrosa fue proyectado por Sáenz de Oiza o el extraordinario legado que nos ha dejado Sánchez del Río, empezando por el Paraguas que da nombre a tal plaza. La creencia de que esta genialidad de la ingeniería fue plantada allí para dar cobijo a la nueva tradición del juvenil botellón crece de manera alarmante entre las nuevas generaciones. En resumidas cuentas, facilitar que la ciudad hable por sí misma.

Me van a permitir otra cita, en esta ocasión del Dalai Lama: “Una vez al año, ve a algún lugar en el que nunca hayas estado”. Muy sabio consejo, pero quizá ese lugar lo encuentres justo debajo de tu casa.

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