La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

antonio masip

Con vistas al Naranco

Antonio Masip

Luz al final del túnel

silencio // y este beso igual que un largo túnel

“Compañeros de viaje”, Jaime Gil de Biedma

Los trabajadores que barrenaban el Negrón y su par nos visitaban a Marcelino Arbesú y a mí, en nuestro despacho, dos veces al año para convenir hibernaciones. Desde entonces, supe que los túneles terminan casi en curva, para que el ansia de luz no despiste, o atraiga, en bendito engaño, a futuros usuarios. El gran Miguel Delibes proviene de un francés que construía túnel en Reinosa y matrimonió española; en la época, Santander era primera provincia del recitativo escolar Castilla La Vieja. Después, la familia fue a la más llana Valladolid.

En su obra literaria, que bien hubiera sido Nobel, Delibes nada trata la poemática ejecución curvilínea del antepasado. Sus personajes aman y fatigan naturalezas, pero no las reglas del artificio subterráneo. Tuvieron que ser obreros, y algún ingeniero, del magno Negrón, los que desvelaron secretos que tanto me intrigaron cuando de niño paseaba, entre Arnao y Playa del Cuerno, por las entrañas de una leve montaña que, indocto, creía habían horadado unos belgas contra toda lógica geométrica. ¡Ay, los belgas, tópicamente ridiculizados por sus vecinos franceses! Luego imaginé diseñadores enemigos de la línea recta tal Oscar Niemeyer, maestros de un nuevo esplendoroso Medievo transmitiéndose a hurtadillas jeroglíficos catedralicios, siempre casualmente artísticos. Edificios y túneles tienen comunes piedra y cemento, protectores de tercas aguas; en contraposición, los túneles, de tiempo más descreído, atraviesan, como los mineros, infernales infiernos. Sin embargo, las llamas dantescas ni son terráqueas ni cumplen la metáfora esperanzadora de hay luz al final. Cuánto siento la desaparición del teólogo Hans Küng, que llenaba lecturas en Deusto, con su heterodoxia de cielo e infierno como simples estados de ánimo.

La entrada en Asturias ni siquiera termina muchas veces, curva aparte, en luminosidad, pero sí en el silente largo beso conmovedor de Jaime Gil.

Sucede con la pandemia, de tan pronosticado finiquito, en instante negro de la noche, quebrada curva mesetaria, luz incierta y oscuro Negrón.

Compartir el artículo

stats