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José Ramón Castañón, Pochi

Un nuevo modelo de ciudad

La necesidad de tener lugares que incluyan a todos los vecinos

Como vecino de Oviedo reivindico una nueva ciudad, una nueva ciudadanía, espacios urbanos para los ciudadanos, donde el espacio público de experiencia social haga de nuestra ciudad un “espacio vivido”, que cada “lugar” sea “hogar”: el espacio-lugar en donde cada ciudadano está llamado a sentirse identificado, las calles que lo rodean, el barrio donde vive, los edificios emblemáticos, los espacios abiertos, la ciudad en su conjunto, han de ser extensiones del hogar, como un hogar de grandes dimensiones, espacio existencial, lugar humanizado, personalizado…

De seguir como hasta ahora Oviedo puede convertirse, en algunos de sus ámbitos o en la totalidad de sus espacios, en un no-lugar, en una suma de sitios anónimos, deshumanizados, o en verdaderos guetos urbanos. Hagamos una ciudad con las condiciones, sobre todo, sociales y culturales. Que sea un imaginario ideal, donde podamos “habitar de manera más humana”, como decía el filósofo Caturelli: “para el hombre y solo para el hombre, ser es habitar”. Que sea un espacio simbólico y poético, que nos permita desarrollar vínculos estrechos y vitales; vínculos que, más allá de lo físico, supongan encuentro, participación de todos.

Y en este sentido los barrios han de ser un referente urbano de características singulares, no solo el contenedor de la vida social y de la cotidianidad, sino también del desarrollo social de los individuos y de su enriquecimiento participativo y cultural. Debemos acabar con los “no-lugares”, aquellos espacios o momentos que carecen de vínculo identitario, de la excesiva proliferación de espacios, acontecimientos y tiempos que no son lugar antropológico… Como nos está pasando con las grandes fiestas de la ciudad (léase chiringuitos), y muchas de las manifestaciones culturales, enclaustradas en esquemas ideológicos no participados por toda la ciudadanía.

Nuestra ciudad ha de ser un organismo, un sistema de redes, espacios de uso colectivo y apropiación constante, que permiten y fomentan el encuentro, que otorguen un sentido de hogar ciudadano e igualitario. Especialmente los espacios y los momentos encargados de albergar y congregar las celebraciones y la pluralidad cultural, que facilitan nuevas formas de identidad y el tejido social-urbano.

Además, Oviedo, tendría que dar cuenta del carácter vivencial y experimental que surge de una ciudad vivida, de la resignificación de las actividades desarrolladas en los espacios de uso colectivo: exposiciones, conciertos, recitales, fiestas, encuentros, actividades deportivas, ocio, asociacionismo… Espacios vitales que se redistribuyan por toda la ciudad. Una reivindicación de Henry Lefebvre, en “El derecho a la ciudad”, una vida cotidiana y una experiencia ciudadana para todos.

No hay ciudad ni ciudadanía sin espacios ni tiempos colectivos, lugares y momentos para la relación, el encuentro; espacios y tiempos libres, heterogéneos y multifuncionales; de lo político (participación social), pero sobre todo de lo cultural; espacios y tiempos colectivos que construyan memoria e identidad para todos y cada uno de los que habitamos esta ciudad, que no sean guetos exclusivos para determinados grupos o clases. No quiero una ciudad de privilegios ni de ideólogos, sueño con una ciudad de talla humana y ciudadana, abierta y participada. Una ciudad de todos y para todos.

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