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Jaime Herrero sale de la sombra

La exposición póstuma del artista en su ciudad

Para homenajear a un pintor, nada mejor que mostrar su obra, sobre todo cuando se trata de la serie que culmina su trayectoria y nunca ha sido expuesta en el lugar al que pertenecía. Nacido bajo asedio en Gijón, Jaime Herrero siempre tuvo una vida personal azarosa y errante, vinculada a las tres ciudades principales por las que transcurrió su existir, Madrid, París y Oviedo.

En Madrid pasó intermitentemente parte de su infancia y adolescencia en la más dura posguerra, conoció de primera mano los restos de una intelectualidad española gloriosa pero malherida –la segunda Escuela de Vallecas o la de las tertulias del Café Varela y el Café Gijón, con el humorismo como forma de vanguardia–, colaboró con Estampa Popular, –donde no fueron admitidos ni él ni su amigo Úrculo por no pertenecer al Partido Comunista– y siempre conservó casa.

En París vivió, también a intervalos, entre finales de 1959 y mayo de 1968, al menos, y, en su contacto con existencialistas, patafísicos y otros grupúsculos de entonces, tuvo lugar su iniciación a la madurez y su cosmopolita conexión con la sociedad abierta y europea, de la que sirvió de intérprete y corresponsal para sus paisanos asturianos, una vez establecido definitivamente en Oviedo. En esta última capital, provinciana pero ejemplar, desarrolló el resto de su carrera como reconocido pintor, dibujante, ilustrador, cartelista, escritor, conferenciante, articulista y poeta.

Tiene obra en el Museo de Bellas Artes de Asturias, el Ayuntamiento de Oviedo, el Museo Casa Natal de Jovellanos de Gijón, la colección Cajastur y el Principado de Asturias y varios murales repartidos por todo Oviedo. Sobre él han escrito Javier Cuervo, Emilio Alarcos Llorach, Julia Barroso Villar, Ana Fernández, Víctor García de la Concha, Félix Guisasola, Rubén Suárez, Ángel Antonio Rodríguez o Juan Cueto Alas, que lo denominó “el sincronizador”.

Pintor a ráfagas, la serie “Refugios”, tomada por el negro, surgió de manera intempestiva tras la gran exposición antológica que se celebró en la Sala Cultural Cajastur Teatro Campoamor de Oviedo en 2006. Mostrada con Caja Duero, recorrió Salamanca, Valladolid, Madrid y Zaragoza entre 2008 y 2009, año en que una selección fue exhibida en la Galería Gema Llamazares de Gijón, con algunos cuadros nuevos. Y, por increíble que parezca, hasta ahora no se había visto en Oviedo, donde tenía su estudio, en el que quedó un último cuadro inacabado, como anticipo de la definitiva sombra.

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