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Carlos Fernández Llaneza

Paseo de ronda

Las posibilidades de la muralla de la calle Paraíso

Oviedo, 3 de octubre de 1902. Una fecha para la infamia. Ese día aciago varios concejales de Oviedo proponen el derribo del acueducto de los Pilares, “obra de arquitectos montañeses pero digna de romanos” en palabras de Jovellanos. Proceso que culminó en la mañana del 11 de enero de 1915 en la que la “bárbara piqueta municipal” inició el derribo de la magnífica arcada de los Arcos de los Pilares. De nada sirvió el clamor de multitud de ovetenses que manifestaron su oposición, liderados por el entonces cronista de la ciudad y rector, Fermín Canella, quien, en numerosas ocasiones, se dirigió al Ayuntamiento presentado escritos en contra del “ciego espíritu de devastación de las autoridades municipales”. Lamentablemente, más de un siglo después, parece que ese “espíritu de devastación” sigue vivito y coleando, pero eso es harina de otro costal. Tampoco se tuvo en cuenta la idea del gran Juan Miguel de la Guardia y Ceinos, arquitecto municipal al que Oviedo tanto debe, que proponía construir sobre los Pilares “un paso o pasarela para llegar cómodamente hasta San Pedro de los Arcos”. ¿Se imaginan disfrutar de una arcada de 41 arcos desde el entronque de Cervantes con Marqués de Teverga hasta San Pedro de los Arcos y que pudiéramos pasear por ella? Sueñen. Si se hubiera tenido en cuenta la idea de De la Guardia, Oviedo contaría hoy con una construcción única.

Pues bien, recuerdo hoy esa propuesta a raíz de unas acertadas declaraciones de José Ramón Fernández Molina, arquitecto responsable de la restauración de la muralla ovetense, quien manifestaba a LA NUEVA ESPAÑA el pasado 9 de octubre: “Tenemos que dignificar la calle Paraíso y toda esta zona de la muralla”. Para ello, plantea la peatonalización de la calle Paraíso dado que “no sirve de nada limpiar la estructura si después volvemos a meter coches”. Sugiere, asimismo, un “área de rehabilitación integrada, lo que facilitaría las actuaciones necesarias para la renovación de las viviendas del entorno y desterraría el temor de los residentes a prácticas especulativas”. La pretensión es “dignificar una zona tradicionalmente deprimida y convertirla en un paraje por el que se pueda caminar y pasear, que se pueda convertir también en un enclave en los ámbitos comercial y de ocio”. Medidas tan convenientes como oportunas. Sin duda servirán para valorizar la zona y dar una nueva vida y un protagonismo central al antiguo baluarte ovetense. Demasiados años llevaba languideciendo nuestra muralla a pesar de ser declarada Monumento Nacional por decreto del 3 de junio de 1931. No por ello corrió mejor fortuna. Durante la Guerra Civil se utilizó piedra de los paños de la calle Jovellanos incluso para la construcción de un camino que diera una salida a la ciudad por el Naranco durante el asedio de la ciudad. Y para bochorno común, en 1963 se desmontó la Torre de Gascona.

Además de lo anterior, Fernández Molina propone también recuperar el camino de ronda por la parte superior de la muralla. Una actuación que realzaría aún más nuestra muralla. Espero que Fernández Molina tenga más éxito que su colega De la Guardia y que, ya que pasear por encima del magnífico acueducto es un sueño imposible, podamos caminar plácidamente por el paseo de ronda de nuestra muralla desde la que nos podremos asomar, orgullosos, a la historia milenaria de nuestra ciudad.

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