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José Ramón Castañón, Pochi

Comedia del insulto y la vergüenza

A propósito del último congreso del PSOE

Al finalizar el 40 Congreso Federal me parecía revivir el sueño utópico de Orwell, la mítica “Rebelión en la granja”. Escuchaba como sus huestes graznaban puño en alto a nuestro amado líder el camarada Napoleón (Sánchez), “el padre de los animales, el terror de la humanidad, el protector de las ovejas…” y Squealer (Lastralaños), con lágrimas en los ojos cantaba: “¡amigo de los desheredados!, ¡fuente de bienestar! Señor de la pitanza que mi alma enciendes cuando afortunado contemplo tu firme y segura mirada, cual sol que deslumbra el cielo. Oh camarada Sánchez, donador señero de todo lo que tus criaturas aman…!”

Un congreso socialista que reivindica un nuevo sistema de ideas, el neo-animalismo (la socialdemocracia). Y un Pedro Sánchez (cual cerdo Napoleón) que abrazara con entusiasmo, sin ambages y sin titubeos, un poder absoluto y sin contestación. El rey de la mentira, el Frankenstein del faranduleo, pretende erigirse en referente de lo que muchos borreguitos llaman un cambio de paradigma en la política mundial. Con las intervenciones más ideológicas que se le han escuchado hasta ahora ha desmantelado los viejos mandamientos del socialismo, anclados en el viejo ideario de Pablo Iglesias, y en la Constitución del 78, con todos sus postulados, para dar paso a un nuevo decálogo del “sanchismo”: somos socialdemócratas, pero pactamos con los defensores del marxismo que desterramos; somos contitucionalistas, pero también plurinacionales; defensores de la corona, pero defenestradores del rey; adalides de la reconciliación, pero caminamos con los viejos asesinos todavía no arrepentidos, por mucha palabrería engañosa que manifiesten; somos feministas, pero las mujeres, en algunos usos ahora no son dueñas de su cuerpo; somos dadivosos, subvencionistas, pero siempre a cambio de sumisión y pleitesía; somos un partido plural, pero con un pensamiento único y un plenipotenciario decisor de todo;… incluso los viejos competidores, como el viejo Moses de pelo blanco, o el burro Benjamín de grandes logros y cabreos, se han doblegado, se han callado o simplemente han huido…

Y ahora, como en la vieja novela del visionario Orwel, los Squealer de turno salen por las calles a vociferar eslóganes cual Valium adormecedor, viejas mentiras vestidas de nuevas promesas… “aquí estamos 142 años después sirviendo al ideal político más avanzado de la historia, al ideal de la igualdad, de la democracia y de la justicia social. Siglo y medio después estamos donde siempre estuvimos, con el mismo nombre y los mismos ideales” (eliminar a cualquier adversario sin vacilar, luchar contra todo argumento y cualquier humano que pretenda pactar con nosotros o hable de intereses de iguales). “Dijimos que subiríamos el salario mínimo, y subimos la luz. Dijimos que los jubilados no perderían poder adquisitivo, y os hacemos trabajar hasta la tumba. Dijimos que aprobaríamos un Ingreso Mínimo Vital para luchar contra la pobreza infantil, y somos el país puntero en pobreza extrema y exclusión. Dijimos que protegeríamos a los trabajadores y a las empresas y os engañamos con los ERTE; dijimos abogar por una política social y os masacraremos a impuestos y peajes… Dijimos que os sacaríamos de la peor crisis sanitaria, económica y social, pero nos doblegamos al fundamentalismo neoliberal y europeo. Prometimos mejorar la vida de la personas, el acceso de todos a una vida digna, y vaya si lo hemos logrado, fijaos en nuestros casoplones, falcons y desmedidas gasticeras.”

“Y al final dos voces enfurecidas gritaban; pasamos la mirada del cerdo al hombre y del hombre al cerdo, pero ya era imposible distinguir quien era uno y quien era el otro”.

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