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Carlos Fernández Llaneza

Fermín Canella, ovetense esencial

Un personaje comprometido con los valores del pasado de su ciudad

A lo largo de los años en los que llevo asomándome semanalmente a esta ventana abierta a Oviedo he citado a Fermín Canella Secades en innumerables ocasiones. Canella es uno de esos ovetenses que podríamos definir como esenciales. Nació en Oviedo el 7 de julio de 1849, hijo de Benito Canella Meana, secretario de la Universidad de Oviedo y de la ovetense Carlota Secades Fernández. En la Universidad de Oviedo obtuvo el bachiller en Artes en 1865, y en 1871 se doctoró en Derecho Civil y Canónico. En 1876 logró la cátedra de Derecho Civil, en la que permaneció cuarenta y siete años hasta su jubilación. Su compañero de cátedra, Adolfo Álvarez Buylla, decía de él: “Nació, vivió y murió en su Universidad”. Compartió claustro con Leopoldo Alas Clarín, Rafael Altamira, Melquíades Álvarez, Aniceto Sela y Adolfo Posada. Ostentó el vicerrectorado de la Universidad y fue rector entre 1906 y 1914. Senador en siete ocasiones por la Universidad ovetense. Asimismo fue académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Real Academia de la Historia así como de la Academia de Jurisprudencia y Legislación, de la Real Academia Española, de las de Buenas Letras de Barcelona y Sevilla, de Bellas Artes de Zaragoza y de Arqueología de Tarragona. Fue cronista oficial de Oviedo desde 1900 y, tras el fallecimiento de Ciriaco Miguel Vigil en 1903, fue nombrado cronista oficial de Asturias. En 1881 fundó, junto con Julio Somoza, Braulio Vigón y Máximo Fuertes Acevedo, una sociedad dedicada a los estudios asturianos, precedente del Centro de Estudios Asturianos que presidía en el momento de su fallecimiento. Fue colaborador asiduo de numerosas publicaciones como El Carbayón o la Revista de Asturias. La nómina de trabajos y publicaciones es tan extensa que necesitaríamos varias páginas. Canella fue reconocido y apreciado por sus paisanos por su esfuerzo en defender y promocionar su ciudad y su región. Hace un tiempo tuve ocasión de acceder a todo el expediente que se conserva en nuestro magnífico Archivo Municipal sobre el acueducto de los Pilares. En él pude leer la multitud de escritos que Canella remitió a las autoridades en defensa de la arcada ovetense en los que se manifestaba reiteradamente en contra del “ciego espíritu de devastación de las autoridades municipales” y de su “mal entendido celo”. Voy a tomarle prestados algunos párrafos:

“Poco a poco, por la indiferencia y la incultura generales, se pierden, enajenan, mutilan o se destruyen objetos y construcciones de historia y arte antiguos; viajeros y gentes extrañas saquean, borran y desfiguran memorias preciadas de tiempos pasados; y son así los pueblos pasivos e indiferentes, que tal hacen, centros fríos y sin poesía de que no estamos muy sobrados en los días presentes. ¿A qué ese afán de proceder tan inconsideradamente?”.

“Creo firmemente que Oviedo puede ser una ciudad moderna sin sacrificar sus recuerdos antiguos, y por eso entiendo que no es acertada ni necesaria la destrucción de los tradicionales Arcos de los Pilares cuya elegancia, elevación, proporción y conjunto gratísimo son para muchos y muchos de mérito indudable a más de lo que significan para la historia local ovetense”.

Es autor de unas famosas “aleluyas”: “Por un acuerdo notorio / fue rasgo de ediles / famosos del consistorio; / y, sordos a los clamores / del arte como de historia / local, nuestros regidores /creyeron, solo por eso / con una piqueta ajena / rendir tributo al progreso. / ¡Qué fácil es destruir! / ¡Qué difícil levantar! / más no sabiendo sentir!”.

Más de un siglo después, Oviedo se enfrenta a la amenaza del destrozo de su monumento natural más emblemático y significativo: el Naranco. Me pregunto: ¿qué habría pensado Canella ante semejante agresión medioambiental por la construcción de una anacrónica, innecesaria e inasumible, a mi juicio, Ronda Norte? Nunca lo sabremos pero apostaría a que, al igual que luchó con vehemencia por los Pilares, defendería el totémico monte ovetense.

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