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Oviedo despierta

Sobre la oposición al protocolo de La Vega

Tras años en los que la heroica ciudad dormía la siesta en menos de un mes nos hemos despertado sobresaltados y todavía adormecidos no sabemos bien si lo que vemos es real o es que nuestra memoria todavía se aferra a la recurrente pesadilla en la que un monstruo de tres cabezas nos aleja de la ciudad que imaginamos ser y nos devuelve a los tiempos en los que la especulación y el culto al hormigón eran la norma. Esa ciudad imaginada es una ciudad amable, planificada por y para la ciudadanía, ordenada con una visión global en la que para la resolución de los problemas se tengan en cuenta las grandes oportunidades de transformación que suponen el desarrollo de planes para La Fábrica de Armas de La Vega y los terrenos del antiguo HUCA en El Cristo. Problemas como la dispersión de las sedes judiciales, la inexistencia de recintos feriales o culturales dignos de tal nombre, la fragmentación de las instalaciones universitarias, una solución a la entrada de la ciudad desde el norte compatible con la protección de San Julián de los Prados, la mejora de movilidad interna en determinados barrios… tienen que ser solucionados con la participación de esos dos grandes activos o quedarán pospuestos y lastrados para siempre ahogados en soluciones parciales. Nuestros problemas no son la construcción de 1.000 viviendas, una torre de 25 plantas y un parking de 400 plazas que atraerá a una población de unas 3.000 personas justo en el punto en el que queremos solucionar y hacer más fluida la movilidad para poder proteger el entorno de Santuyano. Nuestro problema no es que no tengamos un polo biotecnológico en una nave diáfana de 5.000 metros cuadrados (cuya adaptación necesariamente supondría su desvirtuación pues se necesitará una compartimentación interna para albergar laboratorios, aulas u oficinas). Un polo biotecnológico que tendría serios problemas de competitividad con ciudades vecinas como León que tiene el tercer polo biotecnológico más importante de España desde hace más de 20 años, ligado a una industria farmacéutica implantada allí desde hace un siglo y con una disponibilidad de terreno de 200.000 metros cuadrados ampliables hasta los 700.000 metros cuadrados en el polígono tecnológico de Villaquilambre, o cuando Santiago de Compostela está construyendo otro en unos terrenos de 170.000 metros cuadrados en el parque empresarial da Sionlla. En todo caso, si esa oportunidad se da en Oviedo por la conjunción de HUCA, Universidad, Inpla... deberían estudiarse las mejores alternativas de ubicación: por ejemplo los terrenos de la Fábrica de Loza de San Claudio, a escasos 100 metros de la A63 y cuya conexión es un clamor, sería muchísimo mejor opción que hacerlo en una sola nave con nulas posibilidades de expansión y dificultades de comunicación. Tampoco es un problema nuestra capacidad hostelera que será el destino de muchas de las naves-taller. Sí es un problema no disponer de un recinto cultural o ferial, pero este problema no se resuelve con las naves que se ceden al Ayuntamiento. La prueba más palpable es que cuando el propio Ayuntamiento realiza actividades en la Fábrica de Armas (Vesu, Cafca, Noche Blanca...) estas requieren mucho más espacio del que se va a disponer en el futuro.

Afortunadamente la oposición ciudadana a la Ronda Norte y al Protocolo para Fábrica de Armas de La Vega ha sorprendido a los gobernantes que creían que esas obras contarían con el aplauso general, pero vivimos en Oviedo la ciudad de los Calatravas y Asturcones... estamos hartos y no contaban con que a base de oportunidades perdidas hemos aprendido la lección. Solo pedimos humildad, nadie tiene la llave para la resolución de los problemas, para eso habrá que sentarse con expertos que los hay, abrir canales para la participación ciudadana en la búsqueda de soluciones, pero fundamentalmente hay que tener un plan, huir de visiones fragmentadas, tener una idea de ciudad. Es difícil, nadie lo niega, seguramente las soluciones no contentarán a todo el mundo, pero estarán al servicio de quien deben estar: la ciudadanía.

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