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Carlos Fernández Llaneza

Fiesta en el Naranco

Oviedo ya no es la ciudad que sesteaba en el estío a la espera de que, con el mes de septiembre, el regreso de los veraneantes y los, para mí, temidos anuncios de Galerías Preciados de la “Vuelta al cole”, retomara su tono vital. San Mateo era la guinda del pastel. Días de fiesta que lanzan a los ovetenses a la calle a compartir diversión. Pero antes, Asturias tiene otra cita: Covadonga. Oviedo, por supuesto, no es ajeno a esa cita. El Centro Asturiano, desde la “resbalada planicie” del Naranco, tiene el honor de inaugurar este mes festivo como así sucedió el pasado viernes con el pregón a cargo del periodista ovetense Carlos Franganillo. Y, cosas de la curiosidad, me pregunto, ¿desde cuándo celebra el Centro sus fiestas? En agosto de 1968, la junta sugería la conveniencia de “la celebración de un día del club con reparto de bollo y vino”. Pero hubo que esperar hasta 1974 para que la directiva iniciase la llamada “Jira”; no confundir con la Jira que la Sociedad Amigos del Naranco y la Coral Vetusta instituyeron con notable éxito en 1929 y que se mantuvo hasta 1936. En septiembre de 1974, el Centro Asturiano organizó una Jira con “alicientes regionales”. Misa de campaña con gaita y tambor e invitación posterior a los socios a “sidra natural de espicha”. La jornada estuvo amenizada por los grupos de Coros y Danzas de Avilés, además de “los ases de la canción asturiana Josefina Argüelles y Enrique Palacio el abogau”. Un programa sencillo pero en el que “tampoco hacía falta más”, según informaba LA NUEVA ESPAÑA en aquellos días, añadiendo que “los alicientes fueron suficientes para que la fiesta, con la benéfica complicidad del buen tiempo, resultara magnífica”. A partir de ahí, la directiva asume el compromiso de continuar con la organización de esta celebración “hasta convertirla en una auténtica romería asturiana”. Así fue. Acudimos de nuevo a la hemeroteca. Septiembre de 1975. “La fiesta mayor de Asturias –el día de Covadonga– tuvo su celebración en Oviedo por obra y gracia del Centro Asturiano”. Coincidió la jornada en medio de un puente, pero a pesar de eso “la concurrencia fue muy numerosa en el Naranco”. La fiesta, una vez más, “estuvo basada en dos ingredientes esenciales: la misa de campaña y una espicha”. Tampoco faltaron la música de gaita y tambor “para ambientar típicamente la jornada institucionalizada ya en el calendario de la sociedad, recuperada para las tradiciones festivas de la ciudad”.

El salto cualitativo vino en 1978 cuando se sientan las bases del actual modelo festivo. Por primera vez se elabora el álbum de fiestas en el que ya se detalla el programa para cinco días de festejos. Se inicia la “Mini Olimpiada del deporte”, vigente hasta hoy, con competiciones y exhibiciones de fútbol, baloncesto, tenis, natación, bolos, hockey sobre patines, atletismo, judo, chapó, petanca... Se programan dos verbenas, un festival del folclore asturiano, juegos infantiles, reparto del bollo y del vino y, el día de Covadonga, la consiguiente “alborada con parejas de gaiteros recorriendo la finca y lanzamiento de cohetes” antes de la misa de campaña. Oviedo, un año más, mira expectante hacia el Naranco por el privilegio de ser protagonistas del pórtico por excelencia del mes festivo de la ciudad, al abrigo de estas milenarias laderas del Naranco y bajo el cobijo de nuestra Santina confiando en que la fiesta, y solo la fiesta, sea noticia.

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