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Minas no es el problema de la Universidad de Oviedo

La estrategia de Villaverde contra la capital de Asturias que el Gobierno socialista respalda

El rector sigue adelante con su ataque a Oviedo y llevará el próximo 6 de septiembre, primero, a la Comisión de Gestión Universitaria y, después, al Consejo Social de la Universidad, "la supresión de la Escuela de Ingenieros de Minas, Energía y Materiales de Oviedo" y "el cambio de denominación de la Escuela Politécnica de Mieres para que el nuevo nombre refleje la identidad del centro resultante de la integración". Es decir, da un paso más para consumar el latrocinio que, con el aliento del Gobierno de Asturias, está planeando contra Oviedo y contra uno de sus emblemas más queridos.

Minas no es el problema de la Universidad de Oviedo

El rector no actúa con criterios universitarios; actúa como un ejecutor de un plan político largamente deseado por la izquierda asturiana. Y ya adelanté, cuando la comunidad universitaria ovetense se puso de lado ante este ataque, que Minas no será la única ni la última víctima. Si no lo impedimos los ovetenses, después –e igual no por este orden– vendrán las ingenierías de Química e Informática, para Gijón, y Geología –para Mieres– cuyo edificio parece centrar ahora el Monopoly contra Oviedo en el que este rector ha convertido a la Universidad. En su campaña electoral, el rector prometió a los profesores de la Escuela de Minas que nunca los trasladaría; ahora le dice a la comunidad universitaria de Geología que no tienen de qué preocuparse... Lo dije ya alguna vez: cuando las barbas de tu vecino veas pelar pon las tuyas a remojar.

No vamos a permitir que este ataque a Oviedo tenga éxito. Ya adelanto que vamos a agotar todas las vías legales y políticas para impedirlo. Iremos a los Tribunales, porque Oviedo pagó la adecuación de este edificio con el fin de que fuera destinado a Escuela de Minas y, además, vamos a convertir ese asunto en un punto principal en la relación del Ayuntamiento de Oviedo con el Gobierno del Principado de Asturias, porque es evidente que el rector está ejecutando una estrategia que el actual Gobierno socialista respalda, pues es quien, finalmente, va a financiarla y quien, a través de sus representantes, le está dando aire en el Consejo Social de la Universidad.

Los ovetenses tienen que ser muy conscientes de que el Gobierno socialista asturiano, con su respaldo a este absurdo plan, está atacando los intereses de esta ciudad, está restando dimensión universitaria a esta ciudad y está castigando a esta ciudad y a sus ciudadanos mucho más allá de lo que todos los gobiernos del PSOE lo han hecho desde hace treinta años. Ni el gijonés Vicente Álvarez Areces se atrevió a perpetrar este traslado y resulta sorprendente –y muy doloroso, lo confieso, personalmente para mí– que Adrián Barbón sí lo haga.

Siento una gran tristeza por la utilización que el socialismo asturianlo está haciendo de personas ilustres, como el presidente del Consejo Social de la Universidad, al que están convirtiendo en cómplice de sus ataques contra Oviedo y los ovetenses. Es evidente que preferiría, como todos los asturianos, que en lugar de utilizarle para tratar de blanquear este incomprensible y desagradable ataque contra los intereses de una ciudad como Oviedo, que le respeta y le valora, los socialistas asturianos hubieran puesto todo el empeño que hacen por “robarle” Minas a Oviedo en convencerle para que trajera a Asturias, y no a Madrid, su colección de obras de arte. Pero, sin duda, este hecho representa perfectamente el triste sino de esta región bajo el socialismo: poner los objetivos en restar protagonismo a Oviedo y no en mirar hacia el futuro aprovechando el motor de Oviedo. Utilizan todas sus fuerzas en quitarle Minas a Oviedo y no en traer para el Museo de Bellas Artes de Oviedo –igual si estuviera en otra ciudad sería distinto– una colección de arte que sería un enorme instrumento de promoción y de futuro para Asturias.

El rector y quien le financia y alienta, es decir, el Gobierno socialista asturiano, están atacando sin ninguna razón, y sin ninguna visión de futuro, a Oviedo.

Y, ante este ataque, no caben posiciones intermedias ni abstenciones, ni en el Consejo Social ni en la sociedad asturiana: o se está a favor de defender la permanencia en Oviedo de uno de sus emblemas o se está a favor del latrocinio que plantea el Gobierno socialista asturiano a través de los planes de su rector. La abstención en este asunto es colaborar con quienes atacan a Oviedo y a sus intereses.

El rector serviría mucho mejor a la Universidad y a Asturias si en vez de dilapidar varios millones de euros en el traslado de Minas los dedicara a financiar investigación y todos los elementos que hacen que una universidad alcance prestigio nacional e internacional, en cuyos ranking está en claro retroceso. Aquí, con este rector, se habla de edificios, de rescatar campus a costa de otros campus, no se defiende con contundencia a grandes investigadores como Carlos López Otín, y ni una palabra de objetivos científicos. Centrar todo sus fuerzas en atacar a la Escuela de Minas y no en poner freno a la caída libre de la universidad en el ranking de Shanghái –hace dos años la universidad de Oviedo bajo 200 puestos– demuestra bien a las claras que estamos ante una estrategia absolutamente desnortada y condicionada por razones políticas.

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