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al final de la semana

Álvaro Faes

Ante todo, mucha calma

El tardío despegue de las fiestas en la ciudad

Entró el fin de semana y San Mateo ya pareció San Mateo. Se hizo de rogar, más que nunca hasta donde alcanza la memoria, pero el ambiente llegó a Oviedo. Bastante jaleo, fiesta, dos conciertos seguidos con buena entrada –“La M. O. D. A” / “Love of Lesbian” y “Estopa”– y todo abierto hasta tarde o hasta muy pronto, según si vas o vienes. El quiebro municipal ante el vacío nocturno y la oleada de críticas consistió en dejar de mirar el reloj y ampliar el horaio a chiringuitos y bares. La inercia del fin de semana y el tirón de las fiestas de la capital, aun fuerte pese a quien le pese, hizo el resto. Y el lleno justificó el rectificado, –dónde se iba a meter esa gente si no– para encarar ahora el sprint final con el Día de América en Asturias, los fuegos y el bollo.

No se trata de pelearse porque sí y perder los papeles por esto de las fiestas, pero no cabe duda de que el modelo naufragó las noches de entre semana; y, si subimos el listón, quizá también el primer finde, posiblemente por ese puente que facilitó el Día de Asturias en jueves, todo tan cerca aún de agosto y el veraneo.

San Mateo mantuvo el tipo en el tramo diurno, con el Bombé y el Campo en general como valor seguro y falló en el Antiguo en esos días valle durante la semana. A los chiringuitos hosteleros les faltaba chispa, ese punto canalla y aguardentoso que necesita el que se tira a la calle un miércoles a por una barra donde acordarse. Cerrar a las doce y media no es muy golfo tampoco.

Oviedo vivía a tope cuando, cada noche, ante la plaza de la Catedral había un concierto. Eso pasó a la historia. El año de la Losa (2019) tuvo su punto, pero tampoco se podrá repetir. Y no hay recinto de conciertos en la ciudad. Por la plaza de toros y el Palacio de Deportes habrá que esperar. Así que la carpa en La Ería está ahí como opción, aunque cabe el debate de si para diario y siempre de pago o, mejor, dejarlo para cuatro o cinco noches grandes, de esas que llevan ocho o nueve mil personas sin fallo pasando por taquilla.

Se escuchó mucho que el Antiguo estaba triste, circularon fotos de plazas vacías un día cualquiera en la Corrada del Obispo, el Paraguas o Feijoo. Les faltaba música, como al Bombé, aunque hubo contratos de última hora para artistas que algo animaron el asunto. Pero esto ya es historia pues anoche Oviedo se echó a la calle y San Mateo parecía el de siempre; algún concejal eufórico se venía arriba: “¿Hay gente o no, eh, eh?”.

A las fiestas les queda la traca final y la expectativa es buena. Llegará la hora del balance, del juicio. Habrá pitos y palmas para unas fiestas con luces y sombras. “Ante todo mucha calma y a capear el temporal”, decía “Siniestro Total”. Y a pensar qué se puede hacer mejor para llegar a la perfección en 2023. ¡Viva San Mateo!

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