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antonio masip

Con vistas al Naranco

Antonio Masip

Berlanga

Plácido Arango, de gratísima memoria, y el dinámico Graciano García, ¡Viva la Capital Mundial de la Poesía!, ¡Viva Muniellos!, ¡Vivan los Premios!, ¡Vivan «Asturias Semanal», «Asturias Diario!, me invitaron a almorzar con Luis G. Berlanga que nos contaría el guion que preparaba sobre Franco y que estará entre las 54 cajas entregadas a la Filmoteca por herederos. Berlanga, como Orson Welles, «Touch of evil», y mi sobrina Violeta Barca-Fontana, «El Desván», es de amplios plano / secuencia. Una de las tomas guionizadas: discurso navideño en primeros tiempos del teleprompter, con Franco pedaleando en bici de dentada rueda estática, encorbatado y pantalones pinzados con calzas de ciclista dominguero evitando engrasarse e interrumpir ritmo de pedalada. El texto avanzaba a gusto del propio dictador con la cámara alejándose poco a poco hasta ver a Franco de esa completa guisa, hierática lectura / rueda / cigüeñal / pinzas / biela / cadena / piñón / catalina

Otra secuencia, archiconocida legendariamente, de su Franco, escalera Iberia en explanada de El Pardo donde tras la famosa tromboflebitis el dictador entrenaría para evitar deslices ante viaje estival a Meirás. Nada de caídas a lo Gerald Ford, sustituto de Nixon, subiendo al Air Force One, ni de la posterior llegada a Peinador del exrey Juan Carlos, con escalerilla del lujoso avión de Aruba, ni los recientes tropiezos torpones de Biden.

No sé si alguien ha estudiado la influencia en Berlanga de los ojos literarios, más que históricos, de «Episodios Nacionales», pues, como en Galdós / Tito Liviano, o Pío Baroja, son impagables, entre otros, cura trabucaire y España de sacristía.

Pena falten Welles y Berlanga; pero sigue Violeta...

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