Había una vez una niña llamada Zoray que vivía en la isla en la montaña más alta. La montaña Aloha. La montaña estaba llena de flores, con muchísimos cocoteros, quedaban los cocos más increíbles, parecían por dentro como la nieve de lo blancos y tiernos que estaban.

Bueno, ahora hablamos sobre Zoray. Zoray es una niña de quince años, muy soñadora, le encantaba ir al mar, al jardín de cocoteros, en concreto le encantaba ir por toda la isla, excepto a un valle en el extremo suroeste de la isla que su padre se lo prohibió. Ella sentía una curiosidad increíble, era como si su estómago ardíese con fuego abrasador, su corazón latiese aún más rápido de lo normal y su cerebro dolía de pensar qué podía haber en aquel valle. Los aldeanos del pueblo de Aloha le llamaban el valle de Jelo, dicen que Jelo era el semidiós de la felicidad, pero un día el dios tuvo que luchar contra la tristeza, la ira y la inseguridad.

Felicidad perdida y por eso los aldeanos, a pesar de la isla hermosa los cocos tiernos y todas las casas tan bonitas, nadie conseguía la felicidad excepto Zoray, ella siempre sonreía, y su risa era como la de un bebé recién nacido. Un día se decidió que debería encontrar a Jelo y traer la alegría a la isla, así que se fue al valle de Jelo, tardó varios días, y por fin llegó. El valle era bastante pequeño, encontró una cueva, entró y al final de la cueva encontró un tapiz lleno de dibujos que contaba la historia de la isla. Aparecían los aldeanos felices, al final ponía que la verdadera felicidad se halla en el corazón, y todos los aldeanos volvieron a ser felices, y Zoray se convirtió en la nueva jefa del pueblo.

Al final todos descubrieron que la historia de los dioses era mentira, porque como ya lo averiguó Zoray la verdadera alegría se halla en el corazón.