Fernando Hierro salió ayer sonriente del entrenamiento en El Requexón. Mirada alta y paso firme del entrenador del Oviedo, entre bromas y guasas con Toché y Rocha. Con ellos, dos fijos en las últimas alineaciones del equipo azul, se quedó el preparador malagueño charlando varios minutos al término de la sesión, cuando todos ya habían desfilado, quizá comentándoles el plan que ha ideado el entrenador para solventar el domingo el último e inesperado contratiempo: Lucas Torró.
El pivote alicantino no se entrenó ayer por unas molestias y su participación ante el Tenerife en el Tartiere (20 horas) es seria duda. Habrá que esperar hasta hoy para conocer el diagnóstico del centrocampista, si podrá o no jugar, pero su posible ausencia obligaría a Hierro a prescindir de uno de los futbolistas indiscutibles, pieza clave en ese dibujo en el que el Oviedo ha encontrado la estabilidad, un mes sin perder, ocho puntos de los últimos doce.
A veces, la importancia de un jugador se mide cuando no está. No se le echa de menos hasta que falta. Con Torró esta opción cumple a la perfección. La única vez que el alicantino faltó a su cita con la titularidad, por problemas gástricos, el Oviedo cayó ante el Reus (0-1) en uno de los peores partidos del equipo azul esta temporada. Fue seguramente el momento más bajo del equipo este año, el punto de inflexión. De ahí llegó la reacción, la magia de Cádiz, las victorias, otro sistema, otra dinámica. La estabilidad.
De todo esto último tiene buena culpa Torró, un chico de 22 años al que Hierro se trajo del Madrid Castilla para encajarle en el corazón del Oviedo, en el centro del campo, ahí donde suele ocurrir todo. Es el que engancha la defensa con el ataque, el futbolista sobre el que pivota la función. No sólo es el segundo de la plantilla que más interviene en el juego azul, con 396 pases (por detrás de David Fernández con 418) y un 79% de acierto en ellos, sino que nadie recupera más balones que él (61). De momento, ha ido convocado nueve veces y las nueve ha jugado de titular, símbolo de los galones que le concede Hierro.
Ahora, el entrenador azul puede estar obligado a buscarle una alternativa. Ayer, en el entrenamiento matinal, se intuyó alguna pista de por dónde pueden ir los tiros. En algunos ejercicios, Rocha, que viene participando en la banda derecha estos últimos encuentros, ejerció en el centro, formando pareja con Erice, situación que se repitió el miércoles. Esta opción, Rocha y Erice en el doble pivote, supondría la vuelta a la banda derecha de Susaeta, uno de los futbolistas más queridos por la afición azul. El vasco sufrió hace semanas, antes del partido ante el Numancia, una tendinitis en el adductor que le mantuvo fuera de la convocatoria dos encuentros. Los últimos dos fue suplente, aunque participó en la segunda parte.
La de Rocha sería una de las posibilidades, quizá la más factible, ausente como está Edu Bedia, otro de los jugadores en los que más confía Hierro para la medular. El cántabro, que se ejercitó en el gimnasio el miércoles, tampoco se entrenó ayer y es duda para el domingo.
Abriendo más la perspectiva, escrutando con más lupa la plantilla, a Torró le salen otros posibles sustitutos. Una opción es la de Óscar Gil, que llegó al Oviedo como defensa central y ahí lo ha usado Hierro hasta la fecha, pero que tiene experiencia en el centro del campo de su paso por las categorías inferiores del Athletic. El avance de Gil no afectaría a la zaga, porque Héctor Verdés ya está recuperado y listo para volver a jugar.
Una tercera posibilidad sería la de incluir a Jonathan Vila, futbolista clave el año pasado que todavía espera su oportunidad. De momento, Vila no ha debutado y sólo ha ido convocado dos veces en diez jornadas. La última de las opciones pasaría por darle cancha al canterano Héctor Nespral, que tampoco ha debutado en Liga esta temporada.
