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Boris cuelga las botas

"Tengo mucho que agradecerle a Luis Aragonés, él me asentó en el Oviedo", dice el exzaguero azul, que quiere ser entrenador

Sergio Boris, en su residencia, con las camisetas de sus equipos. R. S.

Sergio Boris (Avilés, 38 años), exjugador del Oviedo, cuelga las botas. Tras casi 20 años de carrera, siete de ellos en Primera División, el central, que fue el primer jugador español no vasco en fichar por la Real Sociedad, piensa ahora en los banquillos. Boris llegó pronto a la cantera del Oviedo, con el que debutó en 1999, contra el Valencia. "Sentí que se había cumplido un sueño", expresa el exfutbolista, que ahora piensa en el siguiente paso de su carrera: los banquillos.

"Tengo que agradecerle muchísimo a Luis Aragonés, porque fue el que contó conmigo cuando solo era un guaje, pero sobre todo, porque da igual donde estuviéramos luego, siempre me llamaba para ver cómo me iban las cosas. Era una grandísima persona", explica el futbolista, que llegó a la capital, procedente del Avilés, cuando todavía estaba en cadetes. Se quedó en el primer equipo, cuatro temporadas, hasta el descenso a Segunda División. "Fue sin duda uno de los momentos más duros de mi carrera", apunta. Su salida del Oviedo, rumbo a la Real Sociedad, que pagó su cláusula, fue tortuosa. "Se me criticó por pedir los seis meses que se me debían. Con 20 años, necesitaba el dinero y el club también. Dejé dinero en el Oviedo. Por suerte todo se aclaró con el tiempo", sostiene el defensor, que sigue considerando a la entidad carbayona como su equipo.

El paso a la Real Sociedad tampoco fue sencillo. No en vano, Boris fue el primer jugador no vasco y español en recalar en Anoeta. Corría el año 2002, cuando tras pasar el reconocimiento médico, se enteró por la tele de que sobre el club pesaba una amenaza de bomba por fu fichaje. "Todo iba tranquillo, pasé el reconocimiento médico y al poner las noticas me enteró. Nadie me había dicho nada", rememora el avilesino. "Mi familia y la directiva me convencieron, pero yo en aquel momento lo que quería era volver a Avilés", aseguró.

La situación se normalizó y la experiencia con la Real Sociedad rozó lo inefable. Logró un subcampeonato, en la 02-03, y posteriormente disputó la Liga de Campeones, contra el Panathinaikos, el Olimpique de Lyon y la Juventus de Turín. De los tres años que jugó en Donosti, uno lo pasó cedido en el Córdoba, con el que bajó a Segunda B. Tras jugar una campaña más en la Real, marchó al Numancia, con el que logró uno de sus mejores recuerdos: un ascenso a Primera. "Fiche por dos temporadas y me quedé cinco".

Los minutos empezaron a faltar y Boris vio en el 2011 su oportunidad de volver. "Siempre he sido muy familiar y ya empezaba a pesar el estar lejos. Entonces me llamó Sietes -capitán del Avilés después de su paso por Primera División- y me dijo que había un gran proyecto, como así fue. Quería asentarme en Asturias y aunque tuve ofertas en Segunda B, preferí quedarme en el equipo en el que empecé a jugar", afirma. Por eso, le duele ver que el Avilés no acaba de asentarse: "En Avilés hay ganas de fútbol, se vio cuando metimos a casi 4.000 personas en el campo en la fase de ascenso a Segunda B. El problema es que no se logra la estabilidad y la gente se cansa. El Avilés tiene que pelearse con los equipos profesionales. Ese es su sitio".

El Marino se convirtió en otra familia en la que pasó cuatro años. "Todo el mundo sabe como es el Marino. Llegué de la mano del técnico José Luis Quirós, al que también le debo muchísimo", explica. En Luanco, se lesionó: ligamento cruzado anterior. "Con 35 años lo normal hubiese sido dejarlo, pero me recomendaron que me pusiera el objetivo de volver, porque si no, no me recuperaría. Con la edad que tenía lo normal hubiese sido darme puerta, pero Luis Gallego hizo lo contrario, fui el primero al que renovó". Su carrera terminó en el Colunga, este año. Ahora piensa en ser entrenador. Algo de experiencia ya tiene, ya que ha dirigido a un equipo de niños ddel colegio San Fernando, de Avilés.

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