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Fuerte pasión a 9.000 kilómetros

La peña Lángara de Ciudad de México se llenó para ver el derbi

En la imagen superior, dos oviedistas durante el partido. En la inferior, una mesa con aficionados de los dos equipos viendo el partido. DANIEL BLANCO

La afición del Oviedo en México tiene su cuartel general en Polanco, zona noble de la capital con mucho pasado asturiano. En un restaurante donde la fabada está incluida en la carta se reúne la primera peña oviedista para vivir el derbi y aplacar la nostalgia a miles de kilómetros del Carlos Tartiere. Es mediodía y por las mesas de La Aceituna se mezcla la sidra con los "caballitos" de tequila. Los dos goles del Oviedo rebajan un poco los nervios iniciales y Toño Palacios, presidente de la Peña Azul México Isidro Lángara, sirve unos culines y ofrece bollos preñaos. Mientras tanto cuenta el origen de su oviedismo, con su marcado acento mexicano: "Cada verano visitábamos a la familia en Arriondas y yo siempre iba con mi camiseta del Oviedo; es mi identidad".

Isidro Lángara fue el gran goleador del Oviedo en los años treinta y tuvo que exiliarse en México por la Guerra Civil. "Mi abuelo siempre me decía que era el mejor futbolista que había venido a este país y es un símbolo del club, por eso elegimos su nombre para la peña", explica Palacios. El país azteca se ha convertido en un lugar vital para el Oviedo desde la aparición providencial del magnate Carlos Slim, que salvó al club de la desaparición. Su yerno y encargado en los temas del Oviedo, Arturo Elías, es un habitual de las reuniones en La Aceituna, aunque el derbi le pilló fuera de la ciudad. "Le vi hace un par de días, andaba preocupado por la venta de entradas", afirma el presidente.

La peña va a cumplir cinco años y cuenta con más de 200 socios, la mayoría mexicanos de nacimiento y amigos desde niños que frecuentaban el Centro Asturiano situado a solo unas calles. Es el caso de Emilio Menéndez, que disfruta del partido junto a su familia, todos de azul reglamentario. "Somos una peña de corazón", afirma poco después del gol de su compatriota Oswaldo Alanís, que enciende a toda la parroquia. Menéndez ha inculcado el fervor a sus dos hijos adolescentes, que sueñan con ver un partido en el Carlos Tartiere. "De México nos gusta el Toluca, pero sin duda el Oviedo va primero" cuenta Emilio junior, de 16 años, que reconoce la incomprensión de sus compañeros de clase por su pasión azul. "Muchos no lo entienden" dice con una sonrisa.

En los últimos dos años la hinchada azul de Polanco ha crecido mucho por la llegada de jóvenes que han encontrado oportunidades de trabajo en México. Un ejemplo es Pablo Fernández, que sufre frente a la pantalla con el 2-1 de Carmona. Lleva dos años trabajando como ingeniero y la peña es su segunda casa. No falla a la cita semanal "a pesar de que muchos partidos empiezan a las 9 de la mañana por el cambio horario". La lejanía de la tierrina ayuda a que el derbi asturiano se viva con fraternidad. Entre tanto azul, aparecen también grupos de aficionados del Sporting. "Aquí no hay riñas, somos todos cuates (amigos) y les dejamos venir, pero tampoco les damos las mejores mesas", bromea Palacios.

El pitido final desata la tensión de los últimos minutos. Gana el Oviedo. "¡Qué alivio!", se escucha desde una mesa. "La temporada no está siendo buena y hay que disfrutar esta victoria", dice Palacios.

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