La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Visión tecnológica azul

"El fútbol ha perdido arraigo, pero los hinchas no somos clientes, compramos emoción", dice - Higinio Iglesias, que sigue al Oviedo desde Pravia, dirige una compañía de software de primer nivel nacional

Begoña Tartiere (nieta de Carlos Tartiere), Carlos Slim (dueño del Oviedo), Higinio Iglesias y Arturo Elías (yerno de Slim), en 2015.

En el año 2000, el Oviedo estrenó el Carlos Tartiere actual, un nuevo hogar para un equipo que estaba asentado en Primera División codeándose con los grandes. Fue el principio de una etapa oscura, ya superada, que acabó con el Oviedo en Tercera y al borde del abismo. En ese mismo año, Higinio Iglesias (Espinosa, San Román de Candamo, 1963), oviedista desde que tiene uso de razón ("con 5 años me dijeron había que ser del Oviedo y eso me bastó"), echó a rodar una empresa tecnológica, Ebroker, con sede en Pravia, que actualmente suministra software a compañías de seguros de toda España y da trabajo a cuarenta personas en la localidad.

El despegue en las finanzas tecnológicas de Iglesias, socio de Los Cuervos Azules, peña oviedista de Pravia fundada en 2015, coincidió con la caída del Oviedo. La felicidad, pues, no fue completa. "El Oviedo es un sentimiento. No sabes muy bien por qué, pero el fútbol es un deporte que te estropea o te arregla un domingo. Forma parte del ámbito emocional, porque a personas racionales les cambia el carácter", analiza Iglesias, que nunca pierde el tono empresarial en sus razonamientos.

Su vida ha estado pegada primero a la correduría de seguros que fundó en los noventa, luego a la empresa tecnológica, y por supuesto -ése ha sido el punto común- a su "Oviedín". Cuando Iglesias nació, su familia se trasladó a Riberas, al lado de Pravia. Su padre era marino y más tarde trabajó en Ensidesa. En su infancia, como era habitual, se seguía al Oviedo por la radio: "Me sé las alineaciones de la época gracias a la radio. Seguíamos el partido desde un comercio en Riberas, el Del Naval, que todavía existe. Cuando el Oviedo perdía se instauraba el luto oficial", relata.

Estudió en el San Luis, en Pravia, internado durísimo, y más tarde fue a Oviedo, a la Universidad, graduándose en Trabajo Social. "Íbamos siempre al campo. De hecho, la primera vez que puse un pie en Oviedo fui al Tartiere a ver un Oviedo-Real Sociedad que ganamos 4-0. Nunca me olvidaré del mítico partido contra el Barça en el que Carrete secó a Cruyff. ¡Casi se me cae encima cuando Carrete le empujó contra una valla, lo tuve a centímetros!". El ascenso a Primera del 88 pilló a Iglesias en Pravia. "Fuimos pitando a Oviedo a celebrarlo, inolvidable". Pocos años después, en 1996, nació Helena, su única hija, que estudia en Gijón, "pero la hice del Oviedo, ¡eh!".

Iglesias es un empresario de éxito, pero en el deporte es de los que "odia el fútbol moderno". La llegada de Slim al club -con el que se fotografío en el ascenso junto con Begoña Tartiere, nieta del expresidente azul- le dio tranquilidad, aunque a este praviano de adopción le preocupa la deriva del fútbol: "Ha cambiado mucho. El arraigo tiende a desaparecer. Antes el fútbol era sólo un deporte, ahora vamos hacia el espectáculo total, como sucede en Estados Unidos con la NBA". Y añade: "Siempre quedará un aspecto emocional, porque en un negocio tienes clientes, pero en el fútbol se consumen sentimientos. Los hinchas no vamos a consumir un menú o a ver una película. Vamos al Tartiere porque tenemos un sentimiento de pertenencia".

Es fiel peñista de Los Cuervos Azules, con quienes viaja cada quince días al Tartiere: "Hay que agradecerles las facilidades que nos dan". La mujer de Iglesias, Elena Álvarez, le acompaña a veces, aunque cuando el Oviedo pierde se pilla unos "disgustos considerables". Iglesias, conocedor del mundo de los seguros, no le firmaría uno a Anquela como entrenador: "Buen paisano, pero...".

Compartir el artículo

stats