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Un encuentro con huella

El broche de oro de Cervero

El Oviedo se proclamó campeón de Segunda B en 2015 tras remontar ante el Nàstic | El delantero anotó su último gol de azul

El broche de oro de Cervero

Parecía la guinda a una temporada redonda y fue algo más. Fue el broche de oro a una época. Diego Cervero había ingresado en el campo a los 81 minutos de aquel partido disputado el 10 de junio de 2015, con la grada del Tartiere entregada a la fiesta. El Oviedo ya ganaba por 2-0 al Nàstic en la eliminatoria de campeones, entre dos equipos ya ascendidos a Segunda, y el título, el primero de esta naturaleza en el palmarés carbayón, parecía asegurado. Pero quedaba algo por celebrar. A los 83 minutos, Dioni encontró en el área a Cervero. El canterano recibió de espaldas, fijó a su defensor, el ahora azul Mossa, y se deshizo con él con un par de amagos. Después, chutó raso a la red, como había hecho tantas veces. El Tartiere estalló. El último gol del Oviedo en la etapa del barro era del héroe del Tartiere. Del símbolo de la época más dura.

El paso del tiempo haría que aquel tanto cobrara más importancia. Fue el último que celebró Cervero con la camiseta del Oviedo. El ascenso le sirvió al ovetense para seguir otro año en la disciplina azul, pero el protagonismo del nueve decayó en Segunda. Participó el año siguiente en 11 partidos, 199 minutos. No logró anotar, aunque le quedó la satisfacción de pisar el fútbol profesional. Aquella ante el Nàstic, el rival de mañana en el Tartiere, fue la última gran celebración de Cervero con el Oviedo.

Egea combinó aquella noche en sus planes jugadores habituales durante el curso con otros con menos protagonismo. Se trataba de remontar el 2-1 que el Nàstic se traía del partido de ida. Formó el argentino con Esteban; Johannesson, David Fernández, Sergio Sánchez, Redondo; Omgba, Jonathan Vila; Susaeta, Dioni, Borja Valle; y Linares. El Oviedo metió desde el primer minuto una marcha más en el partido.

El choque había dado para más antes de la irrupción de Cervero. Por ejemplo, para que Linares reclamara su cuota de protagonismo. En realidad, como había hecho a lo largo de la temporada. El aragonés anotó los primeros dos tantos de los azules en el último encuentro del año más recordado, lo que dejaba su cuenta personal en 31 aciertos. Una cifra de matrícula de honor.

Su primer acierto aquella noche llegó a los 10 minutos. Dioni, en el rol de asistente, se coló en el área y centró a la zona que más duele. Allí apareció Linares para empujar a la red. El segundo tanto mostró el estado de gracia del aragonés. Recibió a la carrera, recortó con la zurda al zaguero y definió con la derecha, cerca del poste. Imposible para el meta catalán.

Cervero cerró el marcador y el Oviedo añadió otro motivo para el orgullo en la temporada de la liberación. Para el nueve, la celebración ante el Nástic fue el punto final en sus registros anotadores. Aquel derechazo supuso el tanto 141.º en su carrera en el primer equipo azul, lo que le convierte en el tercer máximo anotador de la historia carbayona en todas las competiciones.

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