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La penúltima ocasión perdida

La derrota del Oviedo en Málaga resume el devenir del equipo durante la temporada: voluntarioso pero falto de ideas y de fútbol

Tejera conduce el balón, perseguido por N'Diaye. LOF

Christian resumió la diferencia entre Málaga y Oviedo en una cuestión económica. "No podemos pagar jugadores de un millón de euros", esgrimió. El dinero es ese argumento que se abraza cuando interesa. Que el Málaga (más de 25 millones de tope salarial) cuenta con mucha mayor capacidad de adquisición que los azules (8 millones) queda fuera de toda duda. Tanto como que los de Egea, contra diez futbolistas durante una hora, fueron en La Rosaleda un conjunto sin peso, sometido por el rival, escaso de ideas y de fútbol. El presupuesto puede ser una buena pista, pero no explica la trayectoria errática de la temporada del Oviedo que, salvo milagro futbolístico, le dejará por cuarto año consecutivo a las puertas del play-off.

Ciñendo el análisis a las cifras, la temporada sigue un devenir previsible. El Oviedo cuenta con el octavo tope salarial y el mismo puesto en la tabla. Pero el fútbol no es una ciencia exacta, los casos se repiten cada curso. Ahí está el Albacete, 12.º límite salarial a comienzo de curso, peleando el ascenso directo. La sensación, que mina la moral del oviedismo, es que al equipo siempre le falta algo en el tramo final para colarse en la zona de los premios. Que sigue sin dar ese salto definitivo.

Málaga sirvió de perfecto epílogo de las aspiraciones de un equipo que, por encima de todo, ha suspendido el examen futbolístico. En Málaga como en el resto del curso. La actitud nunca ha estado en entredicho. En los momentos de bonanza en la tabla, incluso la afición se ha integrado con la idea mostrada por los futbolistas. La victoria en el derbi del pasado noviembre fue, quizás, el punto álgido en esa identificación entre grada y plantilla.

Descartada una cuestión de profesionalidad, la deuda es meramente futbolística. Anquela exploró varias vías en busca de un equipo competitivo que se atascaba en los momentos clave. Egea heredó un equipo y ha tratado de impulsar una idea en tiempo récord. Lo logró de primeras y en la reacción ante el Granada. Frente al Málaga no hubo rastro del nuevo Oviedo. Superado, una vez más, por el fútbol del adversario sobre el terreno de juego.

Con cuatro jornadas para la conclusión y con una mínima rendija abierta a un milagro futbolístico (tan de moda esta campaña), la evolución del equipo debe servir para reflexionar y tomar medidas de cara al futuro inmediato, el que ya se cocina en los despachos con Michu como novedad. La idea de fondo, plantilla corta y ayuda del filial, no parece errónea. La ejecución de la misma es la que admite matices. El Oviedo de la 2019-10 tiene bastante material aprovechable. Ahora debe añadirle más fútbol.

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