Carlos Muñoz (Úbeda, Jaén, 25-8-61) contribuyó al reencuentro de los dos grandes del fútbol asturiano, pero tardó en incorporarse a los derbis por su marcha al Atlético de Madrid. Aun así, se convirtió en el máximo goleador en aquella etapa de dominio azul en la década de los 90 con cuatro goles. Incluso firmó un doblete en el derbi del 29 de mayo de 1993 en el Tartiere.
"Ellos se adelantaron en el primer tiempo con un gol de Abelardo. Tras el descanso salimos con todo, con el ímpetu que ponía el equipo en el Tartiere, y tuve la suerte de marcar los goles. El primero fue de cabeza y el segundo en un balón que quedó suelto en el área. Un goleador siempre tiene que estar ahí".
"En aquella época, cualquier equipo que venía al Carlos Tartiere sabía que iba a sufrir. El Oviedo era un equipo-equipo, teníamos un grupo muy unido. Además, la afición apretaba mucho y nos ayudaba. Por algo estuvimos temporada y media sin perder en casa".
"Viví muy intensamente aquellos derbis. Me gustaba la piquilla, que saliese a relucir la rivalidad, aunque al final eso era más intenso en la calle o en la grada que dentro del campo. Quince días antes, la gente ya te empezaba a decir que había que ganar. Y hasta quince días después seguían los comentarios. Con los dos equipos en Primera, nos jugábamos la hegemonía y la mayoría de las veces se jugaba con más corazón que cabeza".
