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La clase práctica de Bingen

El segundo de Ziganda en el Oviedo es profesor universitario, menos serio que su jefe y hace de “poli bueno”

El entrenador del Real Oviedo

Llegar o quedarse por el camino, en el fútbol de élite, depende muchas veces de una sola decisión. Bingen Arostegi (Bermeo, Vizcaya, 50 años), la mano derecha del Cuco Ziganda en el Oviedo, tuvo que tomar la suya en febrero del año pasado. Su excedencia como profesor de IVEF (Ciencias de la Actividad Física y el Deporte) en la Universidad de Vitoria tocaba a su fin tras varios años y Arostegi, desconectado del fútbol tras su experiencia como segundo del navarro en el Athletic de Bilbao, se lo pensó. O probar la aventura de intentar salvar al Oviedo junto con el Cuco o seguir con su trabajo como profesor. El fútbol, su pasión, pesó más. La aventura acabó en buen puerto: con el Oviedo salvado y el Cuco empezando un proyecto desde cero con los azules.

Llegar o quedarse por el camino en el fútbol de élite depende muchas veces de una sola decisión. Bingen Arostegi (Bermeo, Vizcaya, 50 años), la mano derecha del Cuco Ziganda en el Oviedo, tuvo que tomar la suya el pasado febrero. Su excedencia como profesor de IVEF (Ciencias de la Actividad Física y el Deporte) en la Universidad de Vitoria tocaba a su fin tras varios años y Arostegi, desconectado del fútbol tras su experiencia como segundo del navarro en el Athletic de Bilbao, se lo pensó. O probar la aventura de intentar salvar al Oviedo del descenso junto con el Cuco o volver a su trabajo como profesor y esperar otra nueva oportunidad. El fútbol, su pasión, pesó más. La aventura acabó en buen puerto: con el Oviedo salvado y el Cuco empezando un proyecto desde cero con los azules este mismo verano.

Bingen Arostegi, ayer en El Requexón, con Ziganda al fondo. |

Y allí, en un estricto segundo plano, le sigue acompañando Arostegi, que el pasado sábado ocupó el banquillo del Oviedo en Las Palmas como técnico principal debido a la expulsión de Ziganda ante el Logroñés. Fue la segunda victoria de los azules en la temporada.

Cuentan en el Oviedo que Arostegi, hombre pegado a una gorra y a una carpeta, es algo así como el “poli bueno” del cuerpo técnico. También aseguran que su carácter poco tiene que ver con el de Ziganda. El navarro es mucho más serio. El vasco, más campechano. “Por eso se complementan tan bien”, aseguran desde el vestuario. Arostegi es la cara amable con la plantilla. Un tipo muy cercano con el jugador que cuida los pequeños detalles. Si el asunto se complica, si hay que dar un golpe encima de la mesa o echar una bronca, o incluso si hay que discutir con algún directivo, la responsabilidad recae en el Cuco, que agradece siempre los consejos de su segundo.

Ambos cruzaron sus caminos en la temporada 2016-2017. Ziganda le reclutó para ser su segundo en el filial del Athletic de Bilbao y siguió con él en el primer equipo. Antes Arostegi había hecho casi de todo en Lezama tras llegar desde el Bermeo, el equipo de su pueblo. Su mayor éxito fue con el División de Honor juvenil del Athletic en 2010: fue campeón de Copa del Rey ante el Real Madrid. Luego estuvo en el área de captación. Su misión era seguir de cerca a los jugadores que el Athletic tenía cedidos en otros equipos.

Arostegi, respetado en Lezama, nunca fue del gusto de José María Amorrortu, exdirector deportivo del Athletic y ahora responsable del Racing. Le apartó del cadete de los bilbaínos en 2015 y, casi de rebote, fue destinado como segundo entrenador del femenino en 2016. Y apareció Ziganda. Nunca había trabajado con él, apenas le conocía, pero encontró en Arostegi un fiel compañero. Pese a la complicada experiencia en el Athletic (duraron un año), su relación fue fructífera y el navarro no dudó en llamarlo cuando Arnau le seleccionó para suplir a Rozada. Arostegi fue el único colaborador que se trajo con él a Oviedo. Los dos buscan ahora dar un paso más y sacar el mejor jugo de la plantilla.

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