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El club del “burpee”

La mejor versión de Tejera surgió después de marzo, tras unirse a unas exigentes sesiones online

Tejera, en la presentación de la camiseta. | Real Oviedo

Para muchos, el “burpee” es el enemigo más duro: El reto mayúsculo en el gimnasio. Este ejercicio anaeróbico (salto, posición de plancha, flexión y elevación del cuerpo silumtáneamente) trabaja abdomen, espalda, pecho, piernas y brazos y se convirtió en la seña de identidad de un grupo de amantes del deporte durante el confinamiento de marzo. Las exigentes sesiones físicas, que tenían al “burpee” como elemento esencial, estaban dirigidas por el exjugador del Oviedo Diego Cervero y el ovetense Pablo Blanco y pronto fueron ganando adeptos. También entre algunos futbolistas cercanos al excapitán azul. Cuando la cosa fue creciendo, uno de los participantes propuso la incorporación de Sergio Tejera, confinado por entonces, con la competición pausada, y con ganas de mantener la forma. Y el pivote se unió al grupo de culto al “burpee”. Aquel confinamiento fue un antes y después para Tejera, que regresó en junio al césped con la mejor versión que se ha visto en el Oviedo y que ahora mantiene.

En su tercera campaña como jugador azul, con el brazalete de refrendo a su trayectoria, el centrocampista dice vivir su mejor momento como futbolista. El fútbol de la pandemia le señala como uno de los jugadores de referencia en la categoría.

Aquellos ejercicios en pleno confinamiento le permitieron no perder la forma. A las sesiones de más de una hora vía Zoom se unieron después, una vez que fue permitido, carrera por la ciudad. “Intentábamos meterle ritmo para ver si le dejábamos atrás, pero Sergio aguantaba. Siempre ha estado bien físicamente, pero después de aquel parón creo que se puso más fino. Él mismo lo suele comentar”, señala uno de sus cercanos en la ciudad.

Sesiones por zoom. Tejera y su novia, en la segunda fila, el primero por la izquierda, junto a otros participantes en las sesiones, entre ellos Cervero y Toché.

Algunos datos confirman esa sensación. Por ejemplo, el cambio tras el parón fue evidente. En la 2019/20, Tejera promediaba 5,2 recuperaciones y ganaba el 45,3% de los duelos con los rivales. En el desenlace de la pasada campaña, superado el confinamiento, el pivote recuperaba 6,1 balones por choque y se imponía en el 53,5% de los duelos.

A la mejora en el apartado físico se une la veteranía, un factor de importancia. A sus 30 años, el catalán ha alcanzado ese punto de madurez que muestra cada jornada. Lo hace, además, con un estilo diferente al que hizo que el Chelsea le reclutara con 15 años. Entonces era un centrocampista ofensivo, un hombre de ataque. El paso de los años le fue alejando del área, para asentarse en el doble pivote, donde también luce músculo defensivo.

La actual campaña está sirviendo para mantener la imagen del Tejera más aguerrido, pieza angular desde el centro del campo. El catalán sigue manteniendo un estado físico óptimo, esa chispa que ya mostró tras el confinamiento, y las sensaciones se reflejan en los números. Especialmente en los defensivos. Tejera gana el 53,9% de los duelos con sus rivales y se lleva 1,2 disputas aéreas por partido. Supera sus anteriores registros en estos dos aspectos de cualquier temporada de su carrera.

Las buenas sensaciones y su momento de madurez en el Oviedo tienen como sustento una adaptación perfecta a la ciudad. Dicen sus más cercanos que Tejera está muy a gusto en Oviedo. Vive en el centro, junto a su novia Carmen, balear ella y enamorada de Asturias, y sus dos gatos: Finidi y Gato. Al centrocampista solo le queda ahora una promesa pendiente: un celebrar su siguiente gol haciendo un “burpee”.

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