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Sonrisas y lágrimas del Oviedo en Mallorca

Los azules subieron a Primera en la isla en 1988, bajaron allí en 2001 y también salieron de Tercera en la capital balear, tras una tanda de penaltis en la que Aulestia fue el salvador

Carlos, celebrando el ascenso de 1988 en el Luis Sitjar.

El Oviedo se reencuentra con su reciente historia en Palma, ciudad en la que juega este sábado ante un Mallorca que marcha líder de la categoría y que espera enmendar ante los de Ziganda el tropiezo del pasado domingo en El Molinón. La capital balear ha sido el escenario de varios hitos que han marcado la trayectoria de los azules durante las tres últimas décadas, entre ellos el último ascenso a Primera División (1988), antesala de los dorados años noventa en Buenavista. Además, allí disputó el equipo hace veinte años su, por el momento, último partido en la máxima categoría del fútbol español y también fue en esa plaza donde, en 2009, logró subir de Tercera a Segunda B, tras una agónica tanda de penaltis en la que el meta Aulestia fue el gran protagonista. Sonrisas y lágrimas en la isla.

El primer partido trascendental del Oviedo en Mallorca se disputó el 4 de junio de 1988. El equipo había quedado aquel curso cuarto en Segunda, pero el hecho de que el Castilla, filial del Real Madrid, fuera tercero en la tabla le permitió jugar la promoción por el ascenso contra el Mallorca, que había quedado en la decimoctava posición de Primera. Los bermellones eran los claros favoritos, pero en el partido de ida cayeron por dos a uno en un enfervorecido Tartiere, con tantos locales de Juliá y Carlos, este último ya en el descuento. “La vuelta fue un partido muy duro y complicado. Ellos tenían un auténtico equipazo, pero conseguimos resistir y empatamos a cero”, rememora Carlos, el gran goleador del Oviedo moderno. Fue un ascenso sorprendente, ya que aquel equipo no estaba diseñado para eso, pero la mano maestra de Vicente Miera en el banquillo, unida a la calidad y compromiso de los jugadores, hizo posible el regreso oviedista a Primera División trece años después del último descenso.

La promoción de Mallorca abrió la última etapa dorada el Oviedo en Primera, en la que se incluye una participación en la copa de la UEFA (1991-92) y grandes tardes de fútbol en el viejo Carlos Tartiere. Con Antic en el banquillo, el club afrontó la campaña 2000-2001 con el objetivo de regresar a Europa. “El equipo hizo una primera vuelta muy buena”, recuerda Jaime, fino centrocampista canterano de un equipo al que llegó Collymore en el mercado de invierno para dar la espantada poco después, sin haber demostrado absolutamente nada. Las cosas empezaron a torcerse y el equipo se acercó peligrosamente a los puestos de descenso. Tras un valiosísimo triunfo en Barcelona, el Oviedo se enfrentó en la penúltima jornada de Liga en el Tartiere a un Madrid que no se jugaba nada. Un triunfo dejaba a los azules en Primera, pero el resultado final fue de empate a uno. Quedaba una bala. La del último partido del campeonato en Mallorca, ante un rival dirigido por Luis Aragonés que acabaría tercero, en puestos de Champions League. “Teníamos que ir a ganar, porque sabíamos perfectamente que los equipos vascos y navarros se ayudaban entre ellos y que el Osasuna iba a ganar a la Real Sociedad”, apunta Jaime. El Oviedo fue a Palma “con toda la ilusión y a por los tres puntos”, añade el exjugador azul. Sin embargo, los bermellones se mostraron muy superiores y se impusieron por cuatro goles a dos. En Anoeta, como estaba cantado, ganó cero a uno el Osasuna, en un partido vergonzoso que confirmó lo que se conoció como el “contubernio vasco-navarro”. El Oviedo lloraba la pérdida de categoría en la misma ciudad en la que trece años antes había festejado el histórico ascenso de 1988.

El descenso de 2001 en Palma marcó el inicio de la caída del Oviedo a los infiernos futbolísticos. Tras bajar a Segunda B como consecuencia de una nefasta campaña, en la que quedó penúltimo, el club se vio en Tercera División por impagos.

De aquella larga travesía por las catacumbas del fútbol español también queda un ascenso, mucho menos brillante que el de 1988, pero que, al final, puso la primera piedra de la recuperación azul. En la campaña 2008-2009, el Oviedo se vio obligado a disputar un partido de promoción para salir de Tercera División como colofón a una campaña en la que había sumado 103 puntos. Casi como no podía ser de otra forma, el Mallorca –en este caso su filial– volvió a cruzarse en el camino de los azules. El partido de ida en el Tartiere acabó uno a cero a favor de los locales, con tanto marcado por Cervero. El resultado dejaba las espadas en alto para la vuelta. Alrededor de 4.000 oviedistas viajaron a Palma para apoyar a los suyos. El filial bermellón se impuso por uno a cero en el tiempo reglamentario y el marcador no se movió en la prorroga. Los azules, dirigidos por Raúl, vencieron en los penaltis por 6-5. Aulestia se erigió en el salvador, al detener la última pena máxima.

El primer paso para salir del pozo estaba dado. Sin embargo, el Oviedo aún tardaría seis años en regresar al fútbol profesional, algo que logró en Cádiz en 2015. Desde entonces, permanece en Segunda a la espera de repetir una gesta como la lograda hace ya 32 años ante el Mallorca, rival del sábado.

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