Las unidades de cuidados intensivos (UCI) están diseñando su renovación, su configuración futura, en buena parte a la luz de las enseñanzas derivadas de la pandemia de covid-19, que con tanta intensidad ha impactado sobre esta especialidad médica. Una mayor presencia de la inteligencia artificial y de las herramientas de big data, así como mejorar la experiencia emocional de los pacientes y sus familiares, son algunas de las líneas de actuación planteadas estos días atrás en el marco del Congreso de Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias, celebrado en Sevilla.
Los médicos intensivistas han dado por inaugurada “una nueva etapa en la atención y el tratamiento del paciente crítico”. Se proponen sentar las bases de lo que deben ser los cuidados intensivos en el escenario pospandemia. “Liderazgo en un tiempo nuevo”, lo llaman.
“En la pandemia se ha visualizado el relevante papel de las UCI en los hospitales; no solo dentro de sus propios recintos, sino también fuera, en otros ámbitos del hospital”, subraya Dolores Escudero, jefa de la UCI del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). En el complejo sanitario de Oviedo, el modelo “UCI sin paredes” lleva instaurado desde el año 2013. “Significa que la UCI trabaja no solo dentro de sus propias dependencias, sino allí donde hay un paciente crítico. Salimos a buscar al paciente que lo necesita. Damos cobertura, asistencia y servicio a todo el hospital”, puntualiza Escudero.
Un ejemplo: equipos de acceso vascular que tienen como cometido coger vías venosas centrales de pacientes que necesitan que les infundan medicación. “Nos llaman servicios de todo el hospital”, señala la jefa de la UCI. Otro ejemplo: “El intensivista tiene muy buena formación en cuidados paliativos. Llevamos años aplicando sedaciones en las UCI, y es una línea en la que seguramente creceremos”, indica la doctora Escudero. Una tercera proyección de futuro: las teleUCI, capacitadas para dar apoyo y cobertura a hospitales comarcales o lejanos que no disponen de unidades de críticos.
El jefe de la UCI del Hospital Universitario San Agustín (Avilés), Manuel Valledor, expone que su servicio está trabajando “en la detección precoz del deterioro clínico de los pacientes fuera de la UCI” (de nuevo la UCI sin paredes), tanto hospitalizados como en Urgencias, “pues su reconocimiento y el inicio precoz del tratamiento ofrece las mayores posibilidades de éxito”. “A esta detección precoz le sigue determinar cuál es el sitio más adecuado para su atención, planta o UCI, y prestársela mediante los equipos de respuesta rápida”.
A juicio del doctor Valledor, la medicina intensiva, una vez pasada la pandemia, “debe retomar las líneas de trabajo ya muy avanzadas en 2019 y que por la gran demanda asistencial que generó el covid quedaron un tanto desatendidas”. En lo concerniente a la protección del paciente, aboga por “fomentar la llamada ‘cultura de seguridad’ mediante la discusión abierta de los incidentes y eventos adversos observados y su rápida comunicación que permita la pronta adopción de medidas correctoras”.